"En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre escarchaba de azúcar, cebolla y hambre."
Miguel Hernández
El concepto de programación del desarrollo, que se refiere al efecto de los factores ambientales durante la vida fetal y/o neonatal sobre la función física y fisiológica normal de un individuo durante la edad adulta, fue popularizado inicialmente por David Barker (Hales y Barker, 2001, Barker, 2003, Barker, 2004). De manera más explicativa, también se denomina programación fetal o impronta fetal. En las últimas décadas, numerosos estudios han demostrado el papel de los procesos de desarrollo en la salud y la enfermedad de diversos órganos del cuerpo. En este contexto, la desnutrición materna o la sobrenutrición durante el embarazo y la lactancia podrían alterar el desarrollo de los sistemas del cuerpo y perjudicar el crecimiento prenatal y neonatal, respectivamente. Precisamente, David Barker sugirió en un principio que los orígenes de algunas enfermedades crónicas podrían estar relacionados con la forma en que los fetos responden a su entorno intrauterino temprano. Ese concepto es ahora ampliamente conocido como el "origen fetal de las enfermedades adultas".
Entre varios factores ambientales, el plano de nutrición materno se considera el principal responsable de la alteración en la programación del desarrollo de la descendencia. La nutrición materna durante los períodos embrionario, fetal y de lactancia puede tener consecuencias a corto y largo plazo para la progenie. Como resultado, puede aumentar la susceptibilidad de la descendencia a enfermedades y alterar su desempeño reproductivo. La mayoría de los datos se refieren a los efectos de la desnutrición impuesta durante la gestación, pero se ha reconocido que incluso el período preconcepcional puede ser una de las ventanas de desarrollo críticas para la programación de la descendencia. Además de la desnutrición, los efectos de la sobrenutrición relativa, así como las complejas interacciones entre la nutrición prenatal y posnatal, son de gran importancia, especialmente en el contexto de la epidemia de obesidad actual.
Los carbohidratos, las proteínas y las grasas son los principales tipos de macronutrientes que las personas necesitan en grandes cantidades para producir energía. A diferencia de los macronutrientes, los micronutrientes son vitaminas y minerales que el cuerpo necesita en pequeñas cantidades y que, no obstante, son esenciales para la función biológica. La desnutrición se refiere a deficiencias, excesos o desequilibrios en la ingesta de nutrientes que perjudican el crecimiento y el desarrollo. Dado que la nutrición materna tiene un papel decisivo en el desarrollo fetal óptimo y la salud a largo plazo de la descendencia, la desnutrición durante el embarazo causa consecuencias adversas para el desarrollo de enfermedades crónicas en la descendencia en el futuro.
La desnutrición materna puede influir en la pubertad y la posterior fertilidad reproductiva. Sus efectos negativos en la descendencia podrían materializarse durante las primeras etapas del embarazo, puesto que el desarrollo de las neuronas hipotalámicas se inicia desde el período fetal temprano.
Adicionalmente, se vuelve importante hilvanar esto con la hipertensión. Esta condición es una epidemia mundial y casi la mitad de la población adulta del mundo se vive con una presión arterial superior a 130/80 mmHg o tomando medicamentos para lidiar con ella. La hipertensión se asocia con un gran número de problemas de salud, incluidas enfermedades renales, cardíacas y accidentes cerebrovasculares, contando con enormes costos sociales y económicos. La investigación en humanos y animales sugiere que la hipertensión también puede desarrollarse en las primeras etapas de la vida o programarse prenatalmente. La sobrenutrición derivada del consumo excesivo de determinados nutrientes puede provocarla o crear una predisposición a ella. En un estudio, la alimentación de ratas preñadas con una dieta rica en sacarosa, fructosa o grasas indujo hipertensión y programación epigenética en sus crías.
La interacción de la genética y el medio ambiente son la base de la salud y la enfermedad. La exposición de la madre a un entorno desfavorable durante el embarazo, en particular una dieta desequilibrada, puede afectar la epigenética de las células germinales que se forman durante el desarrollo fetal, perpetuando así el efecto negativo transgeneracionalmente (Wathes, 2022).
La prevención de las enfermedades podría iniciarse muy pronto, antes de su aparición en la vida fetal. Para lograr esta reprogamación, las intervenciones nutricionales durante el embarazo pueden servir como importantes estrategias para revertir procesos de programación adversos y prevenir el origen de la enfermedad en el desarrollo.
En ocasiones puede resultar abrumante el equilibrio aparentemente delicado del cuerpo y de la especie. Cuesta dimensionar que algo tan sencillo como la alimentación pueda condicionar en cierta medida a todo un linaje. Sin embargo, esto juega tanto en contra como a favor: la nutrición en el embarazo puede ser tan perjudicial como benéfica. Llega a suceder que cuando una persona identifica su embarazo ya ha perdido valioso tiempo de cuidado. Por ello, se recomienda mantener una alimentación saludable y balanceada durante la edad reproductiva, sin embargo, el consejo sobra cuando nos nutrimos por nuestro bienestar y nuestra calidad de vida. (jorgequirozcasanova@gmail.com)