Mucho se polemiza respecto de quiénes sí y quienes no se perfilan para la sucesión presidencial de aquí al 2024, algunos serán descartados y otros se encartarán, según el discurrir del tiempo y la circunstancias de los partidos y suspirantes; sin embargo, mucho tendrá que ver en sus prospectivas la escala técnica del seis de junio del próximo año, cuestión no menor por lo que está en juego.
Las votaciones de 2021 exigen una mayor complejidad –que el 2018- en la etapa para el Instituto Nacional Electora y a los Organismos Públicos Locales de las 32 entidades, que también tendrán votaciones concurrentes con la federal para renovar las correspondientes autoridades de gobierno, ejecutivas y/o legislativas.
Elegir gubernatura en 15 estados del pacto federado per se modifica el tablero de la geopolítica mexicana, con sus claroscuros -positivos y negativos- en cada frente; será determinante para la nueva correlación de fuerzas dominantes, considerando el resultado que obtengan.
Mientras no se tenga un corte de caja de lo que habrá de manifestar la voluntad popular en las urnas de aquí a 15 meses y días, será estéril hacerle al mago merlín pretendiendo avizorar electoralmente en la bola del cristal hacia lo que acontecerá de aquí a cuatro años, cuando votar otra vez el cambio cíclico en los poderes de la unión, ejecutivo y legislativo federales.
Sólo hasta que se tengan los datos duros de la estadística de los resultados de este 2021 -en el ámbito de lo federal y los estatales- se podrán tener la solidez para entonces con argumentos prever la guerra de estrategias hacia buscar ser competitivos ante en la puja por hacerse de la posición más codiciada que por ahora ocupa Andrés Manuel López Obrador.
El status quo de la clase gobernante pluripartidista y de Morena como movimiento desde luego que cala y hondo en el ánimo de la voluntad popular, al no verse reflejado en la calidad de vida; los satisfactores comprometidos por la autoridad mandatada, en donde los indicadores de economía y paz pública continúan como el predominante duopolio de parte del enfado entre las colectividades.
Morena -un movimiento, para nada partido- el uno de julio de 2018 aplastó a un sistema hasta entonces dueño del mando con resultados inusitados que le puso en el suelo como guiñapo, favorecido aquellos por el hartazgo social de una retórica falsa que sólo le utilizó la partidocracia, sobre todo los neoliberales, para legitimarse en una posición que pensaron sería para siempre.
Ahora esa originaria asociación civil nacida en 2011 -como el brazo paralelo en la segunda participación por el cargo presidencial de López Obrador, aquel 2012-, en la jornada cívica del siguiente año verá perdida muchas de las posiciones, ya no habrá más mayoría simple como grupo legislativo de diputados federales, aunado a los pares estatales, ayuntamientos y en gubernaturas donde por ahora las disputa sería con Acción Nacional, este que lleva mano en el norte y pacífico.
El Presidente de México no será factor para que ese coctel de intereses contrapuestos pueda mantener el control; aún menos cuando el gobernador poblano Miguel Barbosa ha caído de la gracia con su falta de oficio en la administración pública, sumado los yeros de sus declaraciones, así como Jaime Bonilla por lo que compete a Baja California; Cuitláhuac García, en su caso por Veracruz, y Cuauhtémoc Blanco, en Morelos, integrante de la 4T aunque afín al extinto Encuentro Social transitado al nuevo Partido Encuentro Solidario, a espera del registro.
Los opositores, sin embargo, tampoco tienen perfiles más o menos rescatables que le permitan aspirar a recuperarse, ahora sí, del tsunami que les llevo a caer estrepitosamente tan bajo como no se lo imaginaban, cuando que principalmente el PRI con Enrique Peña Nieto con su anarquía corrupta e impune dio a la voluntad electora razones para optar por una alternancia en una actitud de sacudirse de un asfixiante régimen de gobiernos neoliberales.
El PRI y PRD no tienen el mínima posibilidad de reivindicarse ante la población electora en la justa que se tendrá en la boleta para la elección intermedia de 2021, nada más no tienen visa de retorno al liderazgo que en su momento tuvieron.
El beligerante Acción Nacional -los conservadores, en palabras de la 4T, encarnada por Morena- serían quienes en teoría le pelearían los cargos, ejecutivos y legislativos, que se renovarán; pero en el camino pueden dar un previsible factor en contra de uno y otro.
Habrá que estar atentos a que justo en junio el Consejo General del Instituto Nacional Electoral emitirá el acuerdo mediante el cual se determinará a los nuevos partidos políticos; perfilados entre estos Redes Sociales Progresistas, de Elba Esther Gordillo; Encuentro Solidario, liderado por Alejandrina Moreno, ambos aliados al régimen presidencial actual, que tendrían participación en solitario, sin alianzas.
Aunque a México Libre, del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, no se le debe dar por muerto pese a tener en contra la criminalización en Estados Unidos de Genaro García Luna, quien fuese su Secretario de Seguridad Pública. La clase socioeconómica alta y media en el norte, bajío, occidente y pacífico piensa respaldarlo, aunque no se quiera creer debilitando al panismo y de paso sumaría adeptos de morena.
Bitácora
¿Qué espera la corte para pronunciarse por la ley Bonilla? Consultado, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratificó los dos años por los que fue electo el gobernador en Baja California.
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