roducción de las nuevas plantas.
O AQUELLAS OTRAS que la evolución misma les puso la hélice o el algodón volador a la semilla para que viaje a decenas, cientos o miles de metros para anidar en el humus que le haga vibrar de nuevo a la vida. O el flotador a las semillas de las plantas que crecen en el fondo del lago para que suban a la superficie para recibir los rayos del sol, y en su germinación el flotador quede desechado para bajar al fondo y crecer como nueva planta.
A MÍ NO ME TOCÓ ese juego de niño. Lo miré ya después, y en otras áreas geográficas lejanas a donde yo crecí. Y luego pregunté el sentido del juego y por qué una disposición de piedra, papel o tijera, ganaba una a otra. El que escogió papel pierde si el otro escogió tijera, porque esta corta al papel. Y si uno escogió piedra y el otro papel, esta gana, porque lo envuelve. Y concluye que tijera no corta piedra. Enterado.
DE LEÓN FELIPE, poeta español: "Así es mi vida, piedra,/ como tú. Como tú,/ piedra pequeña; como tú,/ piedra ligera;/ como tú,/ canto que ruedas por las calzadas/ y por las veredas;/ como tú,/ guijarro humilde de las carreteras;/ como tú,/ que en días de tormenta/ te hundes/ en el cieno de la tierra/ y luego centelleas/ bajo los cascos/ y bajo las ruedas;/ como tú, que no has servido/ para ser ni piedra/ de una lonja, ni piedra de una audiencia,/ ni piedra de un palacio, ni piedra de una iglesia;/ como tú,/ piedra aventurera; como tú,/ que tal vez estás hecha/ sólo para una honda,/ piedra pequeña/ y ligera..."
YO A LO MÁS que aprendí a jugar es a deshojar la margarita, de si me quiere o no me quiere, y la bella flor iba perdiendo pétalos. Y el último era el definitivo. Ah. Entonces sigamos jugando a piedra, papel o tijera.
MIRAS A LOS NIÑOS jugar piedra, papel o tijera. Y uno de los dos gana. Y se alegra. Y empiezan de nuevo con ese juego de antiguo y oriental origen. Solo que mi pensamiento lo relaciona con los tres reinos conocidos desde la infancia, y me digo: piedra, planta o animal. Y entonces inicio.
LA PIEDRA SUCUMBE a la paciencia de la gota de agua intermitente, pero persistente. Y al paso del tiempo la quiebra, para empezar de nuevo el juego de la vida en sus combinaciones. O viene la piedra desde lo alto de la montaña arrastrada por la corriente de agua del río, en donde no te bañas dos veces porque ni eres el mismo, ni es la misma agua. Pero la piedra sigue en la venida en su arrastre, haciendo ruido.
Y LA PLANTA CONDENADA a ese espacio que al parecer la fija en un solo lugar y compadeces. Recuerdas que tu madre te decía: "hay que echarle agua a las plantas que ellas al tener sed no pueden buscarla". Y entonces pensabas que si la planta pensara, en su desesperación con sed quisiera moverse. Y al cabo de los años miras otras plantas iguales, reproducidas gracias a su inteligencia evolutiva que les permite moverse a través de las nuevas generaciones, con un alboroto pleno de dicha.
Y EL ANIMAL QUE ACECHA a la presa, en la ley del más fuerte y en la del pez grande se come al más chico, y solo a veces sucede lo contrario en ese entramado de relaciones biológicas. Y miras la diferencia entre los animales que surcan el aire, y los que se arrastran y los que sonríen como la hiena cuando le muestra los dientes a la luna. ¿Los animales sueñan? preguntas. ¿Y a la respuesta de la probabilidad, preguntas de nuevo ¿y sueñan a colores o en blanco y negro? Y entonces preguntas si ellos se preguntan asimismo a imagen y semejanza en el qué, cuándo, cómo y para qué, de la filosofía.
UNA VEZ DESPERTÉ al amanecer. Y estaban las palabras puestas en mi boca. Y tomé lápiz para escribir: "piedra, cuando te empeñas a ser tú, te califican de materialista, y es entonces cuando argumentas en tu defensa que siendo lo que eres, piedra, tienes también tu idea".
Y MIRO A LOS NIÑOS metidos en el juego de piedra, papel o tijera. Y en la vida misma deberán de optar más tarde que temprano en una de dos, o en una de tres, o más. Y siendo la vida lo que es, optar por lo lógico, por lo viable, por lo probable, por lo mejor, por lo que signifique el nosotros por sobre el yo. Y ese nosotros estará sí mismo, más los que le rodean, y ampliados los círculos, estarán todos los seres vivos y lo que genera las condiciones de vida.
LEÍA EN UN APARTADO sobre la inteligencia de las flores, la evolución hacia los colores, los olores y miel en las plantas, aunque precisamente en sus flores, para atraer el picaflor o la mariposa, o cualquier otro insecto que en el viaje atraído -dicho ya- por miel, color u olor, aprovechando el viaje llegarán el polen para la reproducción de las nuevas plantas.
O AQUELLAS OTRAS que la evolución misma les puso la hélice o el algodón volador a la semilla para que viaje a decenas, cientos o miles de metros para anidar en el humus que le haga vibrar de nuevo a la vida. O el flotador a las semillas de las plantas que crecen en el fondo del lago para que suban a la superficie para recibir los rayos del sol, y en su germinación el flotador quede desechado para bajar al fondo y crecer como nueva planta.
A MÍ NO ME TOCÓ ese juego de niño. Lo miré ya después, y en otras áreas geográficas lejanas a donde yo crecí. Y luego pregunté el sentido del juego y por qué una disposición de piedra, papel o tijera, ganaba una a otra. El que escogió papel pierde si el otro escogió tijera, porque esta corta al papel. Y si uno escogió piedra y el otro papel, esta gana, porque lo envuelve. Y concluye que tijera no corta piedra. Enterado.
DE LEÓN FELIPE, poeta español: "Así es mi vida, piedra,/ como tú. Como tú,/ piedra pequeña; como tú,/ piedra ligera;/ como tú,/ canto que ruedas por las calzadas/ y por las veredas;/ como tú,/ guijarro humilde de las carreteras;/ como tú,/ que en días de tormenta/ te hundes/ en el cieno de la tierra/ y luego centelleas/ bajo los cascos/ y bajo las ruedas;/ como tú, que no has servido/ para ser ni piedra/ de una lonja, ni piedra de una audiencia,/ ni piedra de un palacio, ni piedra de una iglesia;/ como tú,/ piedra aventurera; como tú,/ que tal vez estás hecha/ sólo para una honda,/ piedra pequeña/ y ligera..."
YO A LO MÁS que aprendí a jugar es a deshojar la margarita, de si me quiere o no me quiere, y la bella flor iba perdiendo pétalos. Y el último era el definitivo. Ah. Entonces sigamos jugando a piedra, papel o tijera.