Sin duda que los debates entre candidatos a un cargo de elección popular son útiles para la democracia cuando hay propuestas. Pero cuando sólo se busca el escándalo resultan contraproducentes, tanto para los ciudadanos como para el o la protagonista de semejantes actitudes. Porque también retratan la personalidad de quien busca el voto.
Para este columnista no hay duda que quien salió ganando la noche del debate entre aspirantes a la gubernatura fue Javier May Rodríguez por varias razones. Se le percibió como el político más experimentado y maduro, no sólo por los cargos que ha ocupado sino por la coherencia de sus propuestas. Tiene, además, la ventaja de que desde hace meses aparecen con los números a sus favor en las encuestas...y creciendo.
Si bien se dice que al puntero sólo le basta defender la posición que tiene, en el caso del morenista obradorista se observó la misma estrategia de toda su campaña: en cada etapa va por más. No se confía.
Como era previsible, y así lo anunció la propia abanderada del PAN y PRD, Lorena Beaurregard privilegió el ataque a la persona, en este caso a Javier May; lo que le restó fuerza a sus propuestas. Tiene en su contra también la debilidad de los partidos que representa.
Mientras que Juan Manuel Fócil del PRD mantuvo su discurso de campaña con críticas al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la administración estatal de Adán Augusto López y Carlos Merino. Sus cuestionamientos a AMLO en la tierra del mandatario federal no le reditúan.
Este contexto benefició de alguna manera a María Inés de la Fuente y a su actual partido Movimiento Ciudadano, el cual podría desplazar a la alianza PRIAN y hasta al PRD como fuerza opositora, aunque todavía muy lejos de Morena.
El tablero de la próxima elección no se ha movido en favor de la oposición con el debate. Por el contrario, fortaleció a Javier May.