Para Fátima

¡OH SOLE MÍO!, canto nomás despertando, como anuncio de la alegría que me espera, pero que yo no espero de nadie, sino de mí mismo.

"¡OH SOLE MÍO!", canto nomás despertando, como anuncio de la alegría que me espera, pero que yo no espero de nadie, sino de mí mismo. Y eso me hace sentir tranquilo, como pez en el agua, como cochino en su lodo. Bien a bien es todo lo de mi alrededor, lo que me ha de causar furor, por la existencia misma. Canto a la vida a como es, con vicisitudes e incertidumbres, pero también las chispas de felicidad que me son pródigas. Hay siempre todas las posibilidades de ser uno mismo, y asomarse al abismo para saber que hay otras rutas de volar, porque la rama se puede quebrar pero la capacidad de vuelo del ave le hace sentir seguridad, bien lo dijo el poeta, aunque cruja la rama, el ave de todas maneras canta, porque bien sabe lo que son sus alas.

NO ES INGENUIDAD SENTIRSE FELIZ a toda costa, y aunque lo fuera. La desesperanza acecha y será siempre constante. Mas, basta un instante de dicha para saberse que la luz del sol aparece luego de la densa oscuridad. La neblina no es más que el velo que poco a poco se desvela para mirar los colores saturados de lo que se mira a nuestro alrededor. Sean hojas, ramas de árbol o el bosque entero, que con esmero labra un ser divino, o sea llamado naturaleza, qué importa, si el paraíso nace dentro de uno mismo, de construir ideas y enunciados que le den sentido a esta realidad que nos circunda a la vez de la que formamos parte.

YO ESTOY AQUÍ, EN ESTE INSTANTE, pergeñando un texto, sin mayor pretensión que hacer juegos de palabras, que fluyan como el agua en el río, que baja de lo alto sin ser mío, a veces baja de la montaña, y pasa por pueblos y rancherías, donde recibe lo mismo basura, palos tronchados, que miradas de esperanza de la gente que alcanza a mirar mejor destino, y las risas de bañistas, cuya piel desnuda rememora el universo, y en cada verso de rima, las ánimas encarnadas se animan a mirar de mejor manera, lo que alrededor acontece. Para finamente el agua encontrarse con el mar, que por todo el trayecto que pasa es el verdadero amar, o sea, la vida misma.

ME TRATAN DE ESPANTAR CON LA ROBÓTICA, como con el petate del muerto. Ya ese cuento me lo sé. No lo van a lograr. Porque todo lo que pasa o pase, de todas maneras lo entiendo como ese capitular y recapitular del ser humano en sus distintas versiones. Siempre habrá poemas y canciones y pinturas por doquier. Siempre habrá guiños y sonrisas. Niños que jueguen. Parejas que jueguen a la vida y al amor. Y la amistad se enarbole como bandera de humanos. Señor, la robótica no es más que creación humana, y debe dársele sentido de ayuda a nuestras tareas, como la tecnología ha hecho en la historia. Aquella rueda de los primeros años, las máquinas simples en su conjunto, hasta pasar por el motor y la imprenta. Todo eso cuenta para saber que estamos en el camino de siempre. Altas y bajas. Y lo bueno junto con lo peor, conviviendo.

CADA SONRISA ES ALIENTO, cada caricia es ungüento para el dolor de vivir. Decir dolor no es mal agüero, ni escepticismo vano. Resulta que hay apegos y es lo que causa dolor cuando alguien se ausenta, y se acrecienta el dolor con la muerte. Esa es la real suerte por estar vivo. Es el pago, digámoslo así.  La muerte no es enemiga, solo fase de andar por estos rumbos. Habrá cataclismos, terremotos, pero también abrazos y besos, y el amor, trenzada la carne para seguir como especie que siente y piensa, aunque nos parezca mal lo que miramos, pero a veces es el mismo pensar mal, para que se construya lo que no se quiere. Hiere decirlo, lo sé. Pero la humanidad radica en lo que se piensa, dice y se hace. Y no puede pensarse mal y hacer el bien. Ni todo lo contrario. (Sigue...)