TE INVITO AL CINE. Vamos. Aquí doble función. Por una parte "Oppenheimer", multinominada al Óscar, y por otro lado un cortometraje de 18 minutos llamado "El después". Toma asiento. Acerca lo que gustes comer. Sea caramelo, palomitas, sándwich, limonada etc. Ponte cómodo, lector.
"LITTLE BOY" y "Fat man" son los nombres de las bombas atómicas que Estados Unidos dejó caer en Hiroshima y Nagasaki, Japón en agosto de 1945. ¿Podrías imaginarte el holocausto? Es la segunda guerra mundial. Ya Alemania se había rendido y Japón resistía aún, por lo que había que aplastarle de manera sangrienta, de manera atroz y criminal. No importa la cifra de muertos. No importa sean civiles. No importan sus historias personales, sus sueños, sus anhelos. No importan sus edades.
LO QUE HAY DETRÁS de todo eso lo cuenta la película "Oppenheimer", apellido del científico que encabezó el equipo de sus colegas en laboratorio instalado en territorio indígena ocupado, conocido como Los Álamos, Nuevo México, Estados Unidos. Es una carrera por lograr descubrir la bomba más letal. Es la Segunda Guerra Mundial, ya dije. Alemania y Japón en un bando criminal, Estados Unidos e Inglaterra en el otro. Destruir la tierra es una posibilidad. Mas no importa. Es la guerra. Es la lucha por el poder mundial. ¿La vida? ¿La destrucción? ¿El planeta? Nada importa. Es la ganancia lo importante. El triunfo. Insensatos.
HAY ESCENAS ESCLARECEDORAS, y de seguro con intención, en la película, que uno las relaciona con otras que ya tenemos en la cabeza. Por ejemplo, cuando logran detonar la última prueba en pleno desierto de Nuevo México, luego de que amainara una tormenta con lluvia y viento intensos, finalmente explota, y viene la celebración efusiva de todo el equipo (alrededor de cien personas), integrado por científicos, representantes del ejército, la CIA y ayudantes. Algarabía y júbilo. Mi imaginación vio simios celebrando como si encontraran el tesoro de racimos de plátanos. En la película habían logrado detonar algo así como racimo de átomos.
LO QUE CUENTA LA PELÍCULA fue de la vida real. Luego de la sangrienta explosión en esas islas de Japón, Oppheneimer es condecorado, y se le nombra como "padre de la bomba atómica", para nada orgulloso sobrenombre. Su imagen fue portada en la prestigiosa revista Time. "Siento tener las manos ensangrentadas", le dice al presidente Truman, quien lo mandó llamar para felicitarlo. En la charla el científico está consternado por el efecto del estallido de la bomba. Quiere llorar. El presidente le pasa un pañuelo para que simbólicamente se limpie las manos, y seque sus lágrimas. Luego apuran su salida de la oficina y alcanza a escuchar Oppenheimer cuando el presidente le dice al Secretario: "No permitas que regrese este llorón".
"MATAPERROS" LE LLAMAN a quien mató uno o más perros. O "Matagatos", si son gatos. Y a quien roba gallinas o pavos le ponen de sobrenombre algo relacionado. Y así seguimos con los tristes y bochornosos apodos que cargan quienes realizaron un acto o varios que son calificados como dañinos a la sociedad, a la fauna, etc. Así Oppenheimer carga en la historia, como fardo, con ese sobrenombre: "El padre de la bomba atómica". Ni más ni menos. Su traducción sería asesino de lesa humanidad. Solo que en su defensa, y así lo plantea el guion de la película, no estaba en sus facultades laborales la decisión de lanzar dicha bomba.
LA PELÍCULA TRANSCURRE monótona, sobre todo en la primera mitad. Estados Unidos está en la vorágine de la 2a guerra. Su industria de armas está boyante. Sus departamentos de estrategia con sus espionajes, robos de conocimientos, intrigas, celos profesionales pululan en todas partes, y en el ambiente de El Álamo, no es la excepción. Todo eso lo tiene que sortear Robert Oppenheimer. Tiene superiores exigentes. Tiene quienes quieren ocupar su lugar. Y ya para la segunda parte se intensifica el acercamiento del momento cumbre del deterioro humano: la explosión de las bombas en Hiroshima y Nagasaki.
LA PELÍCULA MUESTRA EL CAMINO recorrido por el estudiante Robert Oppenheimer, con ansiedad de sobresalir, las limitaciones que tiene en su personalidad para relacionarse con otros. Los odios que genera como producto de envidias. Y las distintas universidades donde trabaja como maestro e investigador. Todo ello solo con el fin de llegar al punto de quiebre para cuando la bomba esté lista, su uso, y los juicios extralegales posteriores, cuando se lleva a cabo la estrategia para negarle su credencial como persona de Seguridad Nacional, sobre todo por la influencia que tiene y por sus ideas que las hace públicas en conferencias, sobre la necesidad de controlar el demonio desatado con las reacciones atómicas, y que pueden llegar a destruir la vida en el planeta.
LA PELÍCULA LIDERA las nominaciones al Óscar con 13. Entre ellas las de mejor película, mejor dirección (Christopher Nolan), mejor actor (Cillian Murphy) y mejor actor de reparto (Robert Downey Jr.). Le sigue "Pobres criaturas", con 11 y "Los asesinos de la luna", con 10. Ya sé que los premios Óscar tienen críticas sustentadas. Lo sé. Pero también sé que la creatividad no tiene fronteras ni límites.
AL FINAL DE LA PELÍCULA se da un diálogo entre Einstein, el padre de la relatividad, con Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica. Hacen referencia a cuando el joven teórico le muestra al maestro Einstein sus apuntes sobre la reacción atómica para la bomba. "Poner en práctica eso es crear el arma para la destrucción del planeta". "Lamentablemente lo hemos logrado", se dicen.
A MANERA DE POSTRE. ¿Y "El después?" Es un cortometraje de 18 minutos, nominado a esos codiciados premios estadounidenses. Un joven chófer de taxi es testigo de cómo un enfermo mental acuchilla y asesina a varias personas. Entre ellas a sus amadísimas joven esposa e hija. Al año, con el dolor a cuestas, sigue su vida. Personajes distintos y dispares ocupan su servicio de taxi. Al final una pareja y su hija le piden el servicio y los lleva a su casa... Lo que sucede al final es la sorpresa para usted al verla.