La enfermedad de Parkinson (EP) es una afección degenerativa del cerebro asociada principalmente a síntomas motores, como la lentitud de movimientos, temblores, rigidez y desequilibrio. La discapacidad y las defunciones asociadas están aumentando más rápidamente que con otro trastorno neurológico. Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después del Alzheimer. Afecta a más de 7 millones de personas en todo el mundo, a casi 2% de los adultos mayores de 65 años y a más del 3% de las personas que rebasan los 80 años. Preocupa que 1 de cada 10 personas con Parkinson tienen menos de 50 años, y ya se han documentado casos en jóvenes de 20 años. Para 2050 se estima que estas cifras se dupliquen, provocando estragos en los sistemas de salud, en la fuerza laboral y la economía.
Los tratamientos más antiguos sobre esta enfermedad se hallan en textos ayurvédicos de la medicina tradicional india, que datan de 2,500 a. C. Ahí se describen diferentes tipos de temblores, algunos asociados a parálisis. Siglos después, en un papiro egipcio de la XIX dinastía (1350-1200 a. C.), se relata el estado de un rey anciano que padece parálisis y lo que sería la hipersalivación de la EP avanzada. En algunos pasajes de la Biblia existen también referencias al temblor o alteraciones posturales propios. Pero es Galeno, quien cerca del año 200, menciona en sus tratados los diferentes tipos de temblor y alteraciones típicos.
Grandes figuras como Leonardo Da Vinci, Shakespeare, Dalí, Mohamed Ali y Juan Pablo II refieren al temblor y otros trastornos motores en sus vidas y obras. Con estos testimonios y motivado por médicos estudiosos de la época, en 1817 el británico James Parkinson publica el "Ensayo sobre la parálisis temblorosa", uno de los textos más importantes para la neurología. El ensayo describe los síntomas, una combinación de parálisis y temblores asociados a fallos en la transmisión de información entre las neuronas.
Parkinson es conocido principalmente por ser el primero en describir la EP, pero también por su vocación científica, destacando en la geología, en la paleontología, la botánica y la cirugía. De hecho, Parkinson se hizo médico siguiendo a su padre, aprendiendo a elaborar fármacos, diagnosticar enfermedades y "sangrar" a sus pacientes, tratamiento habitual de esa época. Sus trabajos permanecieron olvidados, hasta que a finales del siglo XIX y todo el XX, la enfermedad se convirtió en un problema de salud. Así, desde 1997 la OMS ha establecido el 11 de Abril como el Día Mundial del Parkinson, para conmemorar el nacimiento de quien lo describiera por primera vez, hace más de 200 años.
Según el CONACYT y el INEGI, se estiman cerca de 250 mil mexicanos con esta enfermedad, y más de 50 mil en búsqueda de atención médica, diagnóstico y tratamiento. La EP ocupa el lugar 20 entre las principales causas de muerte en mayores de 65 años y, particularmente, afecta más a los hombres. Con la mayor incidencia están las regiones noroeste y occidente: Colima, Chihuahua, Durango, Jalisco y Sinaloa, el cinturón de Párkinson; hasta 30 casos por 100 mil habitantes. La menor incidencia en Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Querétaro y Zacatecas, menos de 5 pero creciendo discretamente. Tabasco a punto de alcanzar la media nacional, 12 por cada 100 mil.
El Parkinson aún no se puede prevenir, pero con los últimos avances se han disipado algunos mitos. Se creía que la EP deterioraba la inteligencia y producía demencia, pero que alguien procese un poco más lento la información, hable o se mueva más lento, no significa demencia o ineptitud. Se priorizaban los temblores como el principal signo de alarma, pero hay muchos enfermos que no tiemblan. Y se creía que los fármacos era la única opción; pero aunque son imprescindibles, las terapias rehabilitadoras, de activación física y hasta lúdicas, como el arte, la música o el baile, complementan el tratamiento, mejorando la calidad de vida de los enfermos y de sus familiares. ( drulin@datametrika.com/Investigador Titular, UJAT/Director General, Datametrika Co.)