Con la llegada de la Cuarta Transformación a Tabasco, el informe de gobierno dejó de ser un ritual. El día del gobernante en turno, se convirtió en un ejercicio de rendición de cuentas, austero.
Atrás quedó toda la parafernalia que rodeaba a ese acontecimiento, que costaba millones de pesos al erario. Infinidad de invitados venidos de otros lugares con gastos pagados, cientos de acarreados para aplaudir a raudales al “hombre” del momento.
Se desplegaba un ejército de burócratas, funcionarios y edecanes para atender a los invitados que acudían gustosos al evento del año. Era obligado acudir. No hacerlo significaba padecer la frialdad de la Quinta Grijalva.
Era la ocasión para mostrar el músculo, una verdadera demostración de poder. Acudían gobernadores de estados vecinos o de otras entidades. La fuerza del gobernante se medía en función del peso y número de invitados de “lujo” y pares suyos.
La última vez que eso se vivió en Tabasco, fue hace tres años. El último año del exgobernador Arturo Núñez Jiménez. Faltaba un mes para que su administración acabara.
El estado se hallaba convulso, tenso. Los tabasqueños exigían soluciones a los problemas que, para esa fecha, se acumulaban. La protesta social era una constante. La estabilidad política y económica del estado pendía de un hilo.
Pese a todo, hubo mensaje del sexto y último informe. Fue un acto desangelado, desairado por muchos que antes quemaron incienso y aplaudieron a rabiar el mensaje político oculto en el discurso cuando el orador se encontraba en el pináculo de la política local.
Adán borró de un plumazo el ritual.
Las cosas cambiaron con la llegada de Adán Augusto López Hernández a la gubernatura. Acabó con ese festín. Él mismo se presentó al Congreso local a entregar por escrito, como mandata la Constitución tabasqueña, tanto su primer como el segundo informe de gobierno.
En el 2019 usó la tribuna para leer un mensaje con motivo de ese acto protocolario. El año pasado, se hicieron modificaciones al formato para que el entonces gobernador pudiera escuchar los posicionamientos de las bancadas.
Se trató de un ejercicio inédito. Un diálogo circular entre el mandatario y los legisladores. Hubo réplica y contrarréplica, democracia participativa. Adán ya no está en el gobierno. Hoy despacha desde el Palacio de Bucareli como secretario de Gobernación, el segundo puesto en importancia en el Gobierno de México.
Esa responsabilidad le tocará asumir el próximo domingo al capitán Carlos Manuel Merino Campos, dos meses y medio después de haber rendido protesta al cargo.
El formato no cambia. Será el mismo que del año pasado. El domingo, el gobernador Merino llegará al Congreso, entregará el documento y los anexos del Tercer Informe.
Después, hablará desde la tribuna legislativa para emitir su mensaje y luego vendrán los posicionamientos y lo que derive de ellos. Ya no es el día del gobernador.
Simplemente es una fecha prevista en la ley que se tiene que cumplir al pie de la letra, sin la grandilocuencia que todavía hace tres años regía en el ritual político más importante del año. Los actuales, son tiempos de austeridad republicana.
ENTRE PARÉNTESIS
Tabasco se debe ubicar a la vanguardia de la Cuarta Transformación. Ser el modelo de lo que se propone a nivel nacional para que podamos hablar de tabasqueñizar al país.