González Anaya debe probarse, medirse y acreditarse, millones lo observamos. Recibe un barco navegando –no naufragando- en una tormenta iracunda, casi perfecta, vientos violentos, olas inmensas y un clima áspero. La empresa pasa un mal momento, -no se trata de hacer leña del viejo Director, -sin duda hubo mala administración- porque muerto el rey, viva el Rey, el día de hoy todos le dan a la piñata, ayer se le adulaba- sufrió bajas en sus ingresos, los problemas de impago por la cobertura contratada por parte de Hacienda –ya pagada a SHCP-, un gasto galopante e ineficiente, incongruente con la realidad del mercado e ingresos de la misma empresa. Si bien es cierto que necesitamos más producción, lo cierto es que necesitamos sanearla primero, Pemex debe ser eficiente y rentable.
Una estructura que si bien Emilio deja integrada por diversos procesos de negocio, nuevas líneas, sin embargo, sigue siendo administrada y liderada por viejos Generales -con mucho conocimiento-, pero sin visión estratégica financiera.
Pemex no puede ser guiada por políticos, ni por política, esto incluye la selección de sus Directores, Emilio no era petrolero, no conocía el mercado, jamás se acercó a la gente, no camino la empresa, no escucho a las bases, no estaba presente en el día a día, eso no es posible, menos si se trata de una Empresa Productiva del Estado, que emula prácticas de iniciativa privada, pero sin serlo, es decir, es pero no es, finalmente las cosas a medias, son simplemente eso. Pemex no puede seguir siendo mediocre, no puede tener dentro del Consejo de Administración a SENER, ni tampoco a la SHCP, tampoco se debe permitir que los órganos reguladores sean quienes aprueben sus socios, estar dentro del presupuesto tiene sus consecuencias.
Los Contramaestres son los mismos, Directores que saben mucho, activos valiosos, pero no están permeados de cultura de generación de valor, son de la vieja de escuela, -Chango viejo no aprende maroma nueva-, de un Pemex donde aquellos temas eran intrascendentes, solo se gastaba y pagaba sin rendir cuentas a nadie, sin importar el costo beneficio, sin consecuencia alguna, sin responsabilidad, basta recordar Chicontepec. De ahora en adelante Pemex debe evaluar el costo beneficio de todos sus proyectos y evaluar si financieramente son rentables, deshacerse de los no rentables y enfocarse en generar modelos de contratación, en la generación de valor con el menor riesgo e inversión por parte de la empresa.
Otra ola gigantesca es la de las reclamaciones millonarias, derivadas de la falta de toma de decisiones oportunas y responsables, -no políticas sino ejecutivas, como las que debe tomar un CEO capaz, que cuida el negocio, que debe reportar utilidades-, por proyectos mal planeados, mal contratados, mal ejecutados, sin recursos, inoperantes, suspendidos indefinidamente, mimos que superan su plazo de ejecución, dejando solo como vía al contratista desesperado por recursos para solventar sus costos fijos, los cuales sin ordenes de trabajo, de servicios, de compra, optan por armar reclamaciones contractuales –gastos no recuperables, obra extraordinaria, indirectos, financieros, entre otros- que van creciendo por la falta de control y atención, así como la nula responsabilidad y sanciones a los líderes de esos proyectos, quienes lesionan severamente el patrimonio de la empresa y por ende del pueblo.
Sus oficiales deberán de dejar de ser administradores integrales de contratos y convertirse en verdaderos estrategas de proyectos, donde deberán integrar y poner a trabajar en equipo, con un solo fin a los más de 150 mil empleados que tiene, basta de consultores externos y outsourcing que solo cobren por asistencia, especialistas en presentaciones vistosas, marcas y nombres, pero no creadores de proyectos e ideas que integren los recursos de la empresa con la tecnología de sus proveedores, que generen recursos, que cobran sin resultados, debe marcarse y exigirse un modelo con bono de éxito. El tema laboral es un tema señalado por diversos autores, pero no es problema de fondo, ya que los salarios de la IP en el Sector son mucho mayores, tenemos un problema grande pagamos el recurso humano interno, así como los consultores externos.
Una de las olas más peligrosas que la empresa debe sortear, es la relacionada por la falta de pago a los proveedores y contratistas, así como las solicitudes unilaterales de descuentos y cambio a las cláusulas del contrato mermando la credibilidad y certidumbre que gozaban los contratos firmados con la EPE –empresa productiva del estado-. La aplicación generalizada de este tipo de conductas fuera de norma, carentes de ética, donde se abusa del proveedor sin analizar el proceso de contratación, la naturaleza del mismo, valorando cuales afectan en mayor grado –los fierros no comen, la gente si- a la pequeña y mediana industria, es un grave desacierto, más en un país donde el 80% es PYME, están ahorcando la economía, factor de desaceleración económica en estados petroleros y del país en general.
La escasa transparencia en diversos procesos representa una ola enorme, por ejemplo en contratación, durante los últimos seis meses de 2015 no se publicaron convocatorias a concursos abiertos –antes licitaciones-, al día de hoy en la nueva página de PROCURA solo existen 5 cinco procesos. Resulta ilógico e incongruente que la empresa no aproveche la gran oferta de bienes y servicios a nivel nacional e internacional y utilice instrumentos de contratación públicos que fomenten la competencia y generación de valor de su procura.
La pregunta del millón es, si no se hace públicamente ¿cómo se contrata?, no quiero pecar de insidioso, pero podría deducirse que se realiza por otras modalidades no muy transparentes, siendo una de las formas la adjudicación directa, contrario a las prácticas internacionales y proyección favorable de la reforma energética. Finalmente me pregunto en tema de plataformas, barcos, ductos, es decir el tema de mar, donde verdaderamente se mueve el dinero, que sucede, nos distraemos con los empleados y desatendemos el gran problema, la transparencia.
Erik Manuel Priego Brito
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