Dentro de las definiciones clásicas, trilladas, que de jóvenes leímos en los libros sobre el Materialismo Histórico, vimos que el Estado es el aparato de dominio organizado por las clases dominantes para mantenerse en el poder y preservar sus intereses.
Dentro de una sociedad capitalista varios de los autores de esa corriente definen al "Estado Burgués" como el aparato de dominio y control político, ideológico y jurídico organizado por la burguesía capitalista.
Nuestra Constitución de 1917 surgió de un Constituyente donde la tal burguesía capitalista nacional brillaba por su ausencia en México. En aquellos años había entonces burguesías regionales, incapaces de tomar el dominio nacional. El Constituyente de Querétaro fue resultado de una revolución, de un movimiento popular integrado por campesinos, obreros, rancheros, caudillos regionales, caciques, algunos ricos hacendados como Carranza, cuyo dominio junto con la poderosa familia Madero, se centró en el Norte del país; en ese constituyente se dio la presencia de intelectuales y profesores, personas de clase media y líderes obreros y campesinos, y caudillos militares.
Repito, en ese Constituyente no hubo la presencia de una burguesía nacional porque ésta a nivel nacional no existía: durante el porfiriato surgieron burguesías regionales donde cada una de ellas no tenía un poder nacional. Recordemos que el fuerte desarrollo de México durante el periodo que gobernó don Porfirio Díaz se debió al capital extranjero y a la presencia de una burguesía extranjera, principalmente británica, estadounidense y francesa, que se expandía por el mundo de manera imperialista.
De ahí que el contenido inicial de la Constitución de 1917 tuviera un contenido popular, campesino, obrero y nacionalista. Todo ese contenido revolucionario y social y que tanta fuerza le diera al sólido sistema presidencialista donde un Partido de Estado barría con la quinta y los mangos (el PRI), se perdió con el crecimiento de una burguesía nacional y el arribo de los neoliberales al poder: principalmente a partir de Salinas con su diarrea de privatizaciones y política entreguista al capital extranjero, que empobreció a millones de mexicanos. El poderoso presidente de la República y aquel PRI aplanadora que estaban montados en un Estado del Bienestar pasaron a mejor vida con las reformas neoliberales, que favorecieron al capital nacional y extranjero. Con Salinas empezó la destrucción de aquel Estado Benefactor. Por eso el PRI es hoy una sigla muerta, sólo un escudo vacío de contenido social.
Y lo que hoy, en esencia, está logrando Andrés Manuel y su gobierno de la 4T es reconstruir el Estado del Bienestar con el rescate de Pemex y la CFE y sus programas sociales. Aquellos que no tienen argumentos, que desconocen la historia de México, dentro de su ignorancia y desesperación, siguen sacando el petate del populismo y el comunismo para atacar al paisano presidente y asustar a los electores. Sin embargo, aquellos empresarios, auténticos capitalistas, no surgidos de la corrupción desmedida iniciada con Salinas y demás neoliberales, están de plácemes con la política económica de limpieza financiera, presupuestal, de anticorrupción y contra el derroche llevada a cabo por la 4T. Por ello se ha reforzado la solidez de nuestra moneda y no se ha llevado al país al endeudamiento y derrumbe financiero y monetario: tragedia sexenal que sufrimos los mexicanos desde Echeverría, López Portillo hasta Peña.
Por eso, en la medida que creció la burguesía económica mexicana, surgida de la política y de la corrupción, se le hicieron un sinnúmero de reformas a la Constitución que fueran más a modo de los intereses de esa burguesía corrupta. Y lo que está haciendo AMLO con las propuestas de reformas enviadas recientemente al Congreso de la Unión es devolverle el carácter nacionalista y popular a nuestra Carta Magna y reconstruir y fortalecer el Estado del Bienestar. Por supuesto, que los diputados que apoyan a los grupos económicos engordados con las corruptelas neoliberales reprobarán esas iniciativas.
Por eso, al proponer una reforma eléctrica que le devuelva su fuerza y cobertura a la CFE, la SCJN, apéndice del estado burgués, la rechazó con un fallo arbitrario, calificando como anticonstitucional a la iniciativa de Ley de la Industria Eléctrica enviada por MORENA. Hábilmente AMLO les hizo otra carambola de tres bandas y envió otra propuesta: que la Constitución sobre la CFE quede como la dejó el presidente nacionalista, emanado del PRI, Adolfo López Mateos cuando nacionalizó la industria eléctrica de México el 27 de septiembre de 1960 y nada más.
(La Comisión Federal de Electricidad la fundó don Lázaro Cárdenas el 14 de agosto de 1937 que competía con tres grandes empresas extranjeras).