Tantos años pidiendo el “Borrón” y ahora hasta hay quienes lo tratan de minimizar o devaluar con supuestos “detalles” que se encuentran en “la letra chica de los contratos” cuando nadie ha leído los contratos nuevos.
Ni siquiera el Secretario de Energía, José Antonio de la Vega que, aunque conoce el espíritu del acuerdo por haberse destapado como uno de sus “hacedores”, como no se ha firmado nada todavía no puede estar al tanto del documento final.
Por cierto, de la Vega, se ha convertido en el hombre de la máxima cercanía del gobernador, confiándole los asuntos más delicados que hasta ahora ha manejado con mucha eficacia y discreción. Se estrenó con la transición en el Tribunal Superior de Justicia, que el operó junto con el saliente Javier Priego. Volviendo a los que se quejan de un acuerdo que todavía ni conocen hay que reconocer que así es el ser humano.
En fin la cosa es quejarse, que está bien, que para eso estamos los ciudadanos y a veces los periodistas. ¿El ser humano tiene arreglo? Si lo que llamamos Dios, aunque sea como límite de nuestro conocimiento, nos hizo a su imagen y semejanza, debía de tener muy mal concepto de sí mismo. Quizá la modesta contribución de cada uno de nosotros deba ser mejorar nuestra comunidad de vecinos, nuestro edificio, nuestra colonia, nuestra ciudad, pero si eso fuese fácil todo lo demás sería sencillo. El PRI se ha sumido en una grave crisis que puede ser mortal si no de necesidad, sí de necedad. Se llevan mal los unos con los otros y todos con ninguno.
Hay núcleos duros y núcleos tiernos, pero todo antes eran “ablandables” según el reparto de huesos. Ciertamente los del partido tricolor están muy vistos y algunos incluso para sentencia, pero otros están por ver. Sólo han asomado la oreja en esto del convenio con la CFE, pero tampoco les gusta demasiado.
Paciencia con Pedro Gutiérrez, que se ha confirmado que es de esos cuervos que cuando los crías te comen la mano. Sólo los que han sido agraciados con el don de soportar sin alterarse las cosas desagradables pueden distinguir si la paciencia es una virtud o una fatalidad.
Siempre ha tenido muy buena prensa y hay expertos entomólogos que la clasifican según su eficacia. Lo único que está claro es que es agotable, al contrario de la avaricia. En Tabasco, el pueblo, eso que llamamos pueblo que incluye a la turba y a la plebe, aguanta lo que le echen, pero el calor es imposible de aguantar. Por eso el convenio era lo que necesitábamos, para poder prender los climas, que al precio que estaba la luz, en muchos casos solo servían para llenarse de telarañas.
En este planeta de tercera división galáctica, el 99% de la riqueza acumulada por sus transitorios huéspedes está en posesión del 1% de ellos. Un mal reparto que no ha podido ser corregido por el cristianismo ni por el marxismo, esos dos experimentos fracasados. Por eso deduzco que la paciencia es una virtud obligada en la misma proporción que es un vicio hereditario. Debemos perseverar en ella hasta que se aclaren las cosas en medio de la oscuridad. Shakespeare, especialista en la naturaleza humana, la llama engañosa y hay que reconocer que ponía bien los adjetivos.
Debemos saber esperar, incluso con toda probabilidad de que aparezca lo que esperamos. Algunas religiones, especialmente consoladoras, definen a la fe como la seguridad de habitar un mundo del que nadie ha regresado. Sin duda debe de ser un lugar confortable. Pronto lo sabré. No me tomen a mal que no pueda revelar nada.