A juzgar por el número de divorcios (prácticamente la mitad de los que se casan, al cabo de pocos años piden la separación), de lo que más se lamentan los tabasqueños es de haber dicho dos palabras: “sí quiero”, en ocasión solemne.
Aparentemente, de forma lenta pero sin pausa, comienza a darse un fenómeno similar con el famoso “6 de 6”, y una prueba reciente la tenemos con la renuncia de algunos funcionarios municipales que, creyendo firmemente en la Cuarta Transformación, se encuentran rodeados de arribistas y trepadores.
Es evidente que esta catarsis colectiva es empujada por los priistas y panistas que no pierden la esperanza de regresar al poder en seis años. Tal vez sea en vano porque la popularidad de AMLO no solo se mantiene sino que incluso crece unas décimas.
Es en las administraciones locales en las que se resiente la ola de “morenismo” que arrasó en julio del pasado año. Y es que en México y en Tabasco estamos cansados de esperar que el cambio nos llegue, y la espera agota la esperanza, que es lo penúltimo que se pierde. Hasta los místicos, que tan alta vida esperaban, llegaron a desesperarse por su tardanza. De Santa Teresa se cuenta que la sorprendieron sus monjas bordando con gran entusiasmo.
Para disculparse, les dijo: “Son estas, cosas para entretener la espera”. En Tabasco, donde evidentemente el número de pícaros es muy superior al de místicos, todas las partes desean que se acabe la intriga de que va a ocurrir con Arturo Núñez y una buena parte de los miembros de su gobierno, incluida su esposa.
Que sea lo que sea, pero que el diagnostico llegue cuanto antes. Por lo menos a tiempo de no afectar a la administración de Adán Augusto López Hernández, que se encontró con un verdadero reto que enfrenta con mucha buena fe, con ganas y con trabajo. Parece que al Gobernador AALH le ha tocado una misión casi imposible como es rescatar a Tabasco de los sexenios anteriores, pero especialmente del de Arturo Núñez.
Hay misiones imposibles que sin embargo pueden cumplirse: Sabemos que no basta con encargarle a OSF tabasqueño un informe, para que luego lo remita al OSF federal, para comprender que la cosa va para largo. Una cosa son los hechos y otra las pruebas de que se están haciendo. Hay que favorecer la investidura de Adán Augusto López y creer en su proyecto que es apoyado claramente por su amigo y jefe político, que es nada más y nada menos que el Presidente de la República, nuestro paisano AMLO. No hay herencia sin desavenencia, incluso cuando lo que se heredan son males gananciales.
El bosque sigue estando animado, pero quizá haya más lobos de todos los colores que caperucitas rojas. La herencia política que nos dejó Núñez es que lo único en lo que pensaban era en machacar a los que pensaran de otra manera y a los que no le dejaban hacer las cosas, a él y a su esposa, a su muy particular manera. Para corregir nuestra Historia, que no es ni mucho menos la más doliente de este belicoso planeta menor, ahora preferimos que haya más responsables.
Con razón o sin pruebas, lo cierto es que el lema de todas nuestras tribus políticas parece ser encarcelar a los que saquearon a Tabasco, fueran quienes fueran. Y eso sigue atrayendo a mucha gente que por más que se intente no olvida, porque las memorias se vuelven de elefante cuando se ha cometido tanto y tanto daño.