“A partir de ahora vamos todos a portarnos bien” dijo el Presidente López Obrador en los primeros días de su gobierno mientras que a la vez renunciaba a la persecución sistemática de aquellos que le precedieron y que pudieran tener responsabilidades políticas y penales en el daño que durante muchos años se le hizo a este país.
Esta decisión no era una exculpación de sus delitos, sino puro sentido común porque, conociendo con detalles la inmensa cantidad de posibles responsables, con una simple operación aritmética, se podía concluir que no había ni la mitad de las cárceles que serían necesarias para alojar a los delincuentes de cuello blanco y de manos sucias.
AMLO optó por la Reconciliación, que había funcionado en otros países, para encaminar a la nación hacia un destino común sobre la base del perdón. Solo que los que se creen dueños de México entendieron este mensaje de otra manera, de la que ellos se han servido durante muchos años para limpiar sus pecados: Pensaron que el anuncio de Andrés Manuel los amnistiaba y les permitía volver a poner en práctica sus métodos delincuenciales para hacer negocios y política. No se dieron cuenta de que sus delitos no se olvidaban, sino que, por el bien común, se silenciaban pero que quedaban debidamente registrados y en ese malentendido decidieron volver a “portarse mal”.
Básicamente ese es el contexto en el que nos movemos actualmente y eso también se refleja en Tabasco, en donde los poderosos del sistema anterior creyeron encontrar la vía para volver a las andadas. Resumiendo: Ahora, de nuevo, el Presidente de la República decidió que era necesario recordarles a los adversarios encubiertos que lo que estaba pasando en México iba en serio y que de seguir equivocándose las consecuencias van a ser mucho más radicales de las que hasta ahora se han venido anunciando.
En México, y en Tabasco, lo que se está produciendo es una Revolución, término que no implica necesariamente ni la violencia, ni las represiones del estado, ni la ruptura total con el pasado y con lo que se ha construido de forma positiva, que no es poco.
En toda Revolución se presentan resistencias al nuevo sistema pero la historia nos demuestra que son intentos fallidos por conservar un estatus de las clases dominantes hasta ese momento, que íntimamente son conscientes de que se han terminado los privilegios, porque ha llegado un nuevo régimen que además cuenta con el apoyo de más de 30 millones de votos de ciudadanos mexicanos que inequívocamente han dicho en las urnas, y ahora en las encuestas, que apoyan a López Obrador, y en el caso de Tabasco a Adán Augusto López Hernández.
Los descerebrados que no entiendan de que se trata están fuera de juego y solo les quedará el derecho al pataleo mientras puedan mantenerlo sin que salgan a la luz sus transas hacia todo el pueblo de México y su patrimonio. Sinceramente pensé que de forma mayoritaria habíamos comprendido el punto histórico en el que nos encontrábamos y la necesidad imperiosa de que dejáramos al margen los intereses personales o de grupos para encauzar a nuestro país hacia el futuro pero las resistencias al cambio son cada vez más evidentes e incluso insultantes porque es de dominio público quien es quien y su pasado.
Como ciudadano sugiero que todos nos entreguemos a la tarea de construir un destino común, palabra que pienso debería de regir nuestras decisiones actividades y pensamientos en esta nueva etapa de la Cuarta Transformación.