Calificar a la futura Refinería de Dos Bocas como “obra fantasma”, es desconocer la determinación de nuestro Presidente cuando algo se le mete en la cabeza, y poco menos que dudar que cumplirá con sus compromisos con Tabasco.
Si bien es cierto que no existen permisos oficiales para el inicio de la obra, a nadie le queda la menor duda de que los pasos para que esta sea una realidad se están dando a ritmo ágil y sin pausa.
Buen ejemplo es la instalación en el Instituto Mexicano del Petróleo, ubicadas en Tabasco, de unas oficinas del proyecto, que han ocupado los ingenieros que se van a responsabilizar de las tareas iniciales de atender a empresas y contratistas y de darle seguimiento a este megaproyecto con el que no solo está comprometido AMLO, sino toda la República porque forma parte de la estrategia energética de México.
A estas alturas, dudar de la vertiginosa capacidad para tomar decisiones de Andrés Manuel López Obrador, es de una ingenuidad pasmosa, porque tiene todas las cartas en su mano para que los trámites no sean más que eso, trámites, y no un obstáculo para llevar a cabo las políticas del Presidente.
No es una ocurrencia la Refinería, sino que forma parte de un plan perfectamente estructurado para surtir de gasolinas a nuestro país y así desprendernos de la dependencia que mantiene sobre nosotros EEUU, que es el que ahora mismo produce el valor agregado a nuestro petróleo con la refinación, que por cierto nos cuesta nuestro dinero cuando de ser efectuada aquí nos permitiría ser autónomos en lo que a consumo se refiere.
López Obrador, además, cuenta con un hombre de su absoluta confianza en Tabasco, nuestro Gobernador, Adán Augusto López Hernández, que ha dado prioridad a los trabajos para poner en marcha cuanto antes la obra de la Refinería, desmontando, en tiempo record, más de 400 hectáreas en el terreno previsto para construir el complejo de la Refinería, pues es consciente de que está será el detonante de la prosperidad en nuestro estado para décadas y es algo que hay que tratar con mimo y cuidado, como se está haciendo.
Una vez que se termine el estudio de Impacto Ambiental obtener los permisos de obras es cuestión de días, porque en este tipo de asuntos lo que importa es tener la voluntad política de concretarlos y ponerlos en marcha y eso está muy claro que existe.
Es la palabra del Presidente de la República, la del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, la que está empeñada en este proyecto y nadie debe dudar de que la cumplirá. Se entiende que los políticos en la oposición hagan eso, oponerse, pero de lo que no hay que olvidarse es de que este asunto es vital para el futuro de Tabasco, que tan golpeado se encuentra por gobiernos anteriores de los mismos que hoy ponen palos en las ruedas de la Cuarta Transformación.
En la vida siempre hay cosas que deben de estar por encima de los legítimos intereses políticos y posiblemente la Refinería es una de ellas. Hay asuntos como este que deberían ser de estado, de interés general, sobre los que los consensos son cuando menos de sentido común porque finalmente el que salgan bien es bueno para el bien común.