Más que una prueba fue un reto el que apenas estaba sentándose en la Junta de Coordinación Política, y trataba de identificar donde estaban los enchufes para cargar su celular, ya le plantearon la primera manifestación de conflicto laboral, con toda la crudeza y rudeza innecesaria, los empleados de la Cámara de Diputados que al final lograron sus reivindicaciones.
La partida terminó en tablas ya que la presidenta de la Junta de Coordinación Política sometió las evidencias al consenso de la mayoría que aprobó el pagarles la compensación de forma legal y, ahora sí, expresamente contemplada en los acuerdos y no en lo oscurito como antes. Fue un buen acuerdo para ambas partes pero también fue un ejercicio de conocimiento entre ambas partes que seguramente nos va a proporcionar más episodios que no tienen que ser necesariamente conflictivos, pero que existe la percepción entre los trabajadores y diputados de que las espadas se han levantado, para mantenerse en alto. Sería un desgaste gratuito del que nadie gana nada.
Lo cierto es que este acuerdo, -pagar dos mil pesos mensuales por cada trabajador como compensación- es solo para terminar el año y el 2019 habrá que sentarse a la mesa para negociar nuevas condiciones de trabajo o un convenio, lo que se hace complicado por existir tres sindicatos, tres, cuando la base trabajadora no llega ni a los 200 empleados.
Muchos generales para tan pocos soldados. Es decir que si los actuales dirigentes de los sindicatos están vendiendo cínicamente que han triunfado y han arrancado sus reivindicaciones a los “patronos”, para enero tendrán que convenir en que no fue manera de exigir los derechos, y que había otras formas. ¡A ver si ahora va a resultar que en realidad detrás de este conflicto, lo que estaban eran los dineros que a la mano se llevaban los dirigentes sindicales! que esos sí no hay manera de demostrar que se han pagado, a no ser por la confirmación del pagador y del cobrador de “viva voce”, porque supongo que no existirán recibos ni descuentos de impuestos.
Y tampoco es previsible que ninguno de los dos actores quiera violar la privacidad que se requiere para tal acto de corrupción de estado, que requiere no solo de falta de vergüenza, sino de opacidad y secreto vestido de privacidad. Afortunadamente los líderes se han quedado fuera del acuerdo con la actual legislatura y el final ha sido feliz porque los trabajadores son los que, por primera vez, han sido más beneficiados que sus jefes sindicales.
Hasta ahora se le daba demasiada voz a los que no tienen nada que decir, y mucho que pedir, y muy poca a las que tienen algo que decir porque trabajan mucho y bien y exigen sus derechos. Y sí, en este conflicto se ha demostrado que la manifestación sirve para negociar y también se ha visto claramente la buena disposición de Beatriz Milland para resolver los conflictos. Me llama la atención que no ha reforzado su seguridad personal, ni la del congreso, y esto lo ha defendido minimizando el asunto del encierro catalogándolo como una situación ya superada y que merece una vuelta de página para volver al curso normal de las cosas. Admirable.
Por Antonio López de la Iglesia