Hace 77 años se fundó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por eso el 24 de octubre se celebra el Día de las Naciones Unidas. El mundo ha cambiado bastante desde 1945. Tras la Segunda Guerra Mundial, diversas naciones se empezaron a organizar en un esfuerzo por garantizar la paz y como resultado nació la ONU. Había que construir un futuro en el que una catástrofe de esas dimensiones no volviera a ocurrir.
En diciembre de 1948 la asamblea general aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos como documento base para la cooperación internacional. Aunque no es obligatorio que los países suscriban, algunos estudiosos lo tienen como un pivote que articula los alcances y límites de lo que se conoce como la civilización occidental por los valores que promueve. Tan es así que los países que disienten lanzaron en 1990 su propia Declaración de los Derechos Humanos en el Islam, una respuesta en la que establecen claramente que para ellos el límite a los derechos humanos está en la sharia o ley islámica.
Tras la fundación de la ONU se sentaron las bases de los sistemas internacionales de derechos humanos: el interamericano, del que México forma parte, el europeo y el de las Naciones Unidas. Se creó la Corte Penal Internacional para el enjuiciamiento de crímenes internacionales graves, como el genocidio, crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad, cuyos primeros cimientos se hayan nada menos que en los famosos juicios de Nuremberg seguidos contra los principales criminales nazis.
En su 77 aniversario, la ONU enfrenta diversos desafíos. Entre otros, señalamientos de que el Consejo de Seguridad, que tiene la responsabilidad de mantener la paz y la seguridad internacionales, ha fracasado en todo el siglo pasado y lo que va de éste. Eso, en consecuencia de que no se ha podido superar la desigualdad entre las naciones, así como el innegable hecho de que determinados intereses tienen un peso preponderante en la toma de decisiones.
Después de la Segunda Guerra Mundial se han cometido múltiples genocidios, entre los que destacan los de Ruanda (1994), Bosnia (1995) y Camboya (1975-1979) porque en esos casos se crearon Tribunales Penales Internacionales. Sin embargo, la lista de conflictos sangrientos es extensa y basta mencionar como ejemplos los de Argelia, Vietnam, Guatemala, India, Pakistán, El Congo, Somalia, Siria, Sudán y Yemén, entre muchos, muchos más.
De cara al futuro, la asamblea general de la ONU adoptó la agenda 2030 para el desarrollo sostenible que plantea 17 objetivos: fin de la pobreza, hambre cero, salud, educación, igualdad de género, agua y saneamiento, energía, trabajo y crecimiento económico, industria, comunidades sostenibles, producción y consumo responsables, acciones por el clima, la vida submarina y terrestre, paz y la justicia. Se reconoce el rezago en materia de desarrollo, alcance de los derechos humanos y la crisis climática como un riesgo para la humanidad.
Por si fuera poco, existen otras complejidades. En 2020 el 64% de personas encuestadas en 14 países miembros tuvieron una opinión favorable de la ONU, pero en los últimos años se ha extendido la desconfianza a dos de sus labores en particular: la de promoción de la salud y la igualdad de género.
Un sector ha comprado la idea de que detrás de estos objetivos hay alguna oscura "conspiración" y reducen los esfuerzos internacionales de cooperación en la Organización Mundial de la Salud (OMS) al intento de dominar el mundo mediante las vacunas, así como también simplifican el impulso de los derechos humanos para la igualdad de género como la agenda de lobby LGBTI que busca destruir los valores cristianos.
Hace falta conocer la complejidad de los trabajos en la ONU en diversas materias a lo largo de estos 77 años para reconocer tanto sus limitaciones como sus alcances. Así también es necesario advertir que los desafíos reales son la paz y el cambio climático, y que para abordar estos problemas mundiales la única oportunidad es la cooperación internacional.