El matrimonio es únicamente entre hombre y mujer, el matrimonio entre personas del mismo sexo destruye a la familia natural, legalizar las parejas gays viola los derechos de los niños a tener una familia y responde a una agenda mundial que pretende imponer una ideología de género. Eso alegan, en resumen, quienes se oponen a darle validez jurídica a las uniones de parejas homosexuales.
Hay quienes consideran un error llamarle matrimonio a las uniones de parejas gays y piden que se nombren de otro modo, como las sociedades de convivencia de la Ciudad de México. En todo caso, desde 2015 la Suprema Corte estableció que es inconstitucional definir el matrimonio como la unión entre hombre y mujer, así como prohibir que los homosexuales se casen. Desde entonces, los gays pueden contraer matrimonio, pero si no se ha legislado en la entidad tienen que solicitar un amparo.
Hoy las parejas del mismo sexo se pueden casar en todo el país, sin mayor trámite, excepto en Tabasco, Guerrero y Tamaulipas. Hasta entidades que históricamente han sido más conservadoras, como Guanajuato o Puebla, aprobaron antes las reformas para reconocer esas uniones.
La semana pasada el diputado de Morena José de Jesús Hernández Díaz presentó en el Congreso de Tabasco una iniciativa de reforma al Código Civil para incluir el matrimonio igualitario. El tema no había podido prosperar, a pesar de que en 2015 y 2016 la Comisión Estatal de los Derechos Humanos presentó iniciativas, lo mismo que en pasadas legislaturas hicieron diputadas del PRD. Ahora Jesús Díaz retoma el trabajo de organizaciones que defienden los derechos de las personas homosexuales, que esperan que al fin tengan éxito sus esfuerzos mantenidos durante tantos años.
Parece que Tabasco le entra al tema como para evitar la vergüenza de ser el último estado donde se apruebe, mientras los prejuicios contra el matrimonio igualitario continúan vigentes y están ampliamente extendidos entre la población. Todos carecen de sentido: nadie va a prohibir las bodas entre hombres y mujeres, ninguna familia corre riesgo de ser destruida si se regulan las uniones entre homosexuales. Los gays no tienen un rayo “homosexualizador” ni su existencia o reconocimiento representa una amenaza. Estoy convencida que esos temores infundados parten del simple odio, la homofobia.
Objetivamente, los gays son personas. Tanto como cualquiera. Así, para cumplir el principio de igualdad y no discriminación, consagrado en el artículo primero constitucional, hay que reconocer sus derechos a ejercer su sexualidad con libertad, a formar una familia y recibir protección jurídica.
Como cualquier trabajador tiene derecho a registrar a su pareja como beneficiaria en el seguro médico o en las cuentas bancarias, a unir sus créditos del Infonavit para comprar su casa, a heredar estos bienes, los homosexuales tienen la misma necesidad de seguridad jurídica para proteger sus relaciones y sus bienes. Igual que todos, trabajan y pagan impuestos. Esa es la necesidad de resolver este tema, no es un capricho fruto de una extraña “ideología”.
Quienes acusan que la ideología de género es una especie de conspiración maligna usan el concepto “ideología” sin entenderlo desde su fuente, que son las ciencias sociales, y lo distorsionan para decir que se trata de una idea forzada de algo lejano a la realidad. La verdad es que ideologías tenemos todos, cada uno las suyas, porque ideología son las ideas que subyacen en un modo de entender el mundo, la sociedad, los valores, todo.
Oponerse al matrimonio igualitario parte de una ideología conservadora, que pretende que sus valores son los únicos válidos y descalifica lo que no cuadra con ellos. Según esas ideas, el género está determinado por el sexo y la homosexualidad es una aberración. Aunque desde 1973 dejó de considerarse la homosexualidad como una enfermedad psiquiátrica o desviación sexual (porque no hay fundamento científico para hacerlo), las personas no están obligadas a aceptar a los homosexuales. Para eso hay libertad de pensamiento y de expresión, tienen todo el derecho de manifestar sus opiniones. Aunque sean homofóbicas.
Ojalá el Congreso de Tabasco dé trámite pronto a la iniciativa y quede claro a la ciudadanía si los diputados comparten la homofobia o si tienen el valor de asumir el costo político de garantizar los derechos de las personas gays.