Como dijo el caminante: "tan bien que íbamos". Algo se atravesó en el camino de la coalición gobernante que la selección de sus candidatos para el 2024 se ha vuelto un enredo; lo que no sucedió en 2018 –se entiende por el tsunami de López Obrador-, y en el 2021, quizá porque estas era intermedias. Siempre existe la esperanza de que para la otra sean compensados.
Pero si las encuestas o los acuerdos salieron más o menos sin tanto pataleo en esos dos procesos, para este año ya se anuncian tormentas. Las presiones son de tal magnitud que Mario Delgado, dirigente nacional, pidió a sus correligionarios tener confianza en que "el pueblo manda", aunque advirtió tiempos complicados.
Eso puede explicar que Morena haya cambiado una y otra vez las fechas del anuncio de los resultados de sus encuestas (y también de sus acuerdos entre grupos), llevarlos hasta el límite para evitar que los partidos opositores consigan "cachar" inconformes.
De esta manera, si alguno de los desplazados decide cambiar de camiseta no le quede tiempo para hacer campaña.
Las encuestas parecían un buen método para evitar conflictos internos ante la falta de disciplina partidista, pero el arribo de muchos interesados sólo en las candidaturas, sin importarles el proyecto obradorista, ha provocado mucho ruido. ¿O alguien le quiere poner piedras en el camino a Claudia Sheinbaum?