María Luisa Bastar de Abreu, mi querida sobrina, hija de mi entrañable hermano Lupercio, es una mujer excepcional con el temple necesario para enfrentar cualquier adversidad y alcanzar las metas más difíciles. Ella cuenta con reconocimientos, condecoraciones y otros lauros que le han otorgado en el extranjero y que en el villorrio ignoran.
Fundó con su esposo el Ing. Eugenio Abreu Menéndez un hogar respetable en el que han formado ciudadanos ejemplares, un varón y dos mujeres, profesionistas y ciudadanos conocedores de sus derechos y cumplidores de sus obligaciones, que siguiendo el ejemplo de sus padres también han formado hogares dignos con ciudadanos útiles a la sociedad.
Sufrió la angustia de enfrentarse a una enfermedad desconocida en su pequeño hijo y tuvo el valor de luchar en su Tabasco, en su México y en el extranjero y superarla. Estudio ese mal y se documentó como nadie , pero no solo ha protegido a su familia, ha dedicado su vida al servicio y a apoyar a miles y miles de seres que la padecen y propiciar para ellos la observancia de conductas y rutinas y el aprovisionamiento de los medicamentos necesarios para enfrentarla.
Este 27 de abril celebra el 33 aniversario de haber fundado Tabasqueña de Hemofilia, una asociación civil altruista de apoyo a los pacientes de hemofilia. Emprendió una cruzada de fundar en todos los Estados asociaciones similares, y finalmente la Federación Mexicana de Hemofilia.
Tras una larga lucha consiguió que las instituciones públicas de salud incluyeran en sus cuadros básicos los complejos costosos que salvan vidas y evitan secuelas paralizantes en los enfermos que padecen de por vida este terrible mal.
Logró construir en Villahermosa un Centro de atención a hemofílicos, único en la República y en América, y trabaja en una permanente lucha tocando puertas, haciendo antesalas, rifas, soportando malas caras, para tratar de conseguir recursos que permitan la operación de este centro ejemplar en el que se atienden pacientes de Tabasco, del sureste y otras partes de la República y Centroamérica.
Ella consigue los complejos muy caros por cierto, y surte frecuentemente a instituciones públicas de los mismos y los proporciona gratuitamente a los pacientes. El centro tiene gastos permanentes y por la pandemia se dejaron de percibir ingresos de áreas rentables del mismo, pero eso si no dejó de llegar el recibo de luz por más de 30,000 pesos mensuales de una energía que realmente no se estaba consumiendo.
Vaya pues mi reconocimiento y admiración a esta extraordinaria luchadora con una enorme dimensión social, que atiende una necesidad de salud, profundamente humana, a la que debieran voltear los ojos y apoyar nuestras autoridades.