Mucho tendrá que ver el fondo de la forma plasmado en los contenidos de la narrativa con la que cada candidatura a la Presidencia de la República pretende tener empatía hacia una voluntad ciudadana que demanda justicia social; un intelecto juego de las emociones que se refleje en el propósito de lograr este 2 de junio alzarse con la elección mayoritaria.
El desafío permanente será cómo lograr que las candidaturas al cargo del Poder Ejecutivo Federal hagan sentido en sus caras y gestos con el roce social, en medio de las asimetrías de los estatus. 90 días de intensa campaña son una carrera de resistencia que exige poseer una argumentada capacidad de respuestas a las necesidades centradas esencialmente en la economía y paz pública.
El voto elector de un listado nominal preliminar de 99 millones 023 mil 975 ciudadanos inscritos con derecho a esta prerrogativa política determinará el sentido de una decisión que debe ser libre, informada y reflexionada con el sustento de ponderar cómo armonizan las sustantivas necesidades en lo particular y colectivo con los compromisos de campañas trascendidos a políticas públicas estructurales, y no más de un coyuntural asistencialismo.
Entendido que la particular Plataforma Electoral registrada ante el INE, el catálogo del programa de país que ofertan se acompaña del andamiaje que representan los estudios diagnósticos y el trabajo en campo, el votante debería poner particular atención en qué tanto sentido hacen con lo que pactan Jorge Álvarez Máynez, Xóchitl Gálvez Ruiz y Claudia Sheinbaum Pardo.
Presidir un país como México con tantas complejidades en el estatus de justicia social en lo absoluto no es una cuestión menor, aun así sea para un hombre o mujer. El poder fático de la delincuencia organizada infiltrado ya con injerencia en la vida pública se erige entre los principales desafíos a resolver para quien en las urnas resulte ser el elegido por el voto de la voluntad popular.
La capacidad de aprender a escuchar y ser receptivo a la interacción en el diálogo ciudadano debe considerarse como cualidad en cada una de las candidaturas que compiten por la Presidencia de los Estados Unidos Mexicanos.
Si en verdad quieren ganarse la simpatía y la voluntad del electorado, Claudia Sheinbaum Pardo, Xóchitl Gálvez Ruiz y Jorge Álvarez Máynez tendrán que ser incluyentes en su recorrido por el país; mostrar la vocación que distingue a la política para encarar las simpatías y las antipatías sociales, cono consecuencia del «mal humor» porque a la generalidad de los colectivos se les ha defraudado una vez en el ejercicio de la gobernanza pública.
En la contemporaneidad de los tiempos y circunstancias no ha lugar a los sectarismos ni a la discriminación, habida cuenta que las complejidades acrecentadas en el país deben tener una solución de raíz a partir de implementar las pertinentes políticas públicas estructurales, respuestas inmediatas, de mediano y largo plazo a las problemáticas sociales ya añejas.
Un país que en el texto constitucional se asume como una República Mexicana, Democrática, Popular, Laica y Federada; la integración de 31 estados libres y la Ciudad de México que también renuevan Autoridades de Gobierno, Ejecutivas y Legislativas, requieren tener la atención al mismo nivel por la próxima Presidencia, perfilado para una mujer luego de un patriarcado que monopolizó el poder durante exactos 200 años, desde que en 1824 se instaurara este territorio libre y soberano.
Quien triunfe por una genuina voluntad popular democrática tendrá que ver y escuchar con todas y todos; conciliar un país próspero, consciente que de inicio tendrá que establecer la gobernabilidad armonizada en sus tres niveles; además de restituir la correlación los contrapesos democráticos que representan los organismos democráticos.
La corresponsabilidad inicia por quien eventualmente electa se ciña la banda presidencial el 1 de octubre, para el efecto de priorizar problemas urgentes, incluido el agua que hace 20 años advirtió Leticia Romero Lankao, socióloga y académica investigadora de la Universidad Autónoma de México.
El recurso hídrico al cabo de dos décadas de aquella alerta de código rojo demanda un plan de gran visión con acciones emergentes para la subsistencia. Sin agua este país como el mundo están condenado a la extinción, habida cuenta la alarmante deforestación. Desalinizar el agua del mar tendrá que hacerse ya y no pretender perforar a la altura de la Ciudad de México, norte y pacífico.
eduhdez@yahoo.com