La semana pasada México vivió su alternancia presidencial, con la juramentación de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, ante el Congreso de la Unión. Aquel evento estuvo marcado de un profundo simbolismo político, en el cual destaca la entrega de la banda presidencial, por parte de Ifigenia Martínez (que descanse en poder), a la primera mujer en ocupar la presidencia de la República Mexicana.
Con ello se inició una nueva etapa en la historia de México y la continuación del proyecto político de MORENA, al cual se ha denominado como "el segundo piso de la Cuarta Transformación".
La diplomacia de AMLO tuvo estas características principales: 1) un activismo presidencial con un enfoque primordial hacia los asuntos domésticos, ilustrado en la frase "la mejor política exterior es la política interior"; 2) una diplomacia presidencial ejercida principalmente, mediante comentarios en sus "mañaneras", 3) el retorno a los principios de política exterior, establecidos en el artículo 89 fracción X de la Constitución, 4) acciones diplomáticas guiadas por la afinidad ideológica y 5) una limitada participación en el exterior, seleccionada por temas prioritarios para el país.
Este ejercicio diplomático llevo a un "retraimiento" del intenso activismo diplomático mexicano. A comparación de otros sexenios, la primera etapa de la Cuarta Transformación se vio obligada a enfocarse a los asuntos domésticos para echar a andar el cambio de régimen. Esto llevó a que el presidente AMLO se concentrara tanto en los asuntos políticos internos, aunque eso implicara restarle atención a la política exterior. Así fue como ese "vacío presidencial" en la política exterior, fue ocupado por Marcelo Ebrard, como Secretario de Relaciones Exteriores.
Sin embargo, la nueva etapa de la 4T puede abrir a México nuevamente ante el mundo y revivir el activismo diplomático mexicano. ¿Cuál será la política exterior del Segundo Piso de la Cuarta Transformación? Esta pregunta es importante, México experimenta un cambio político profundo, prueba de ello es la reforma judicial, y como en todo cambio de régimen habrá conflictos por resolver y diferencias que negociar.
La presidenta Claudia Sheinbaum ya ha enunciado algunos principios de lo que será su actuar internacional. En uno de sus discursos mencionó la paz y la fraternidad como objetivos mundiales. Un gran acierto, puesto que México no tiene tradición militar de hacer la guerra a otros países. Al contrario, nuestro país alberga en su historia múltiples agresiones extranjeras, las 2 intervenciones francesas, por ejemplo. Otro aspecto relevante fue la mención a la "coordinación", en lugar de la "subordinación", reivindicando así el carácter soberano de México.
La coordinación frente a la subordinación es una guía crucial para la protección de la nueva etapa de la 4T. En este momento, existen múltiples agendas geopolíticas y cada potencia tiene su propia idea de lo que debe ser el nuevo orden mundial. Y en México esta pregunta se ha planteado en una falsa dicotomía: ¿México está del lado del proyecto de Estados Unidos o está del lado de un nuevo proyecto geopolítico? Ante esto, el rechazo a la subordinación implica una renuncia a seguir el proyecto político de otro país como si México fuera un lacayo más.
LAS TRAMPAS DEL AJEDREZ
En aras de la construcción de un proyecto propio, nacional y soberano, la política exterior del nuevo gobierno deberá ser cuidadosa con no caer en trampas en el ajedrez geopolítico. La 4T es un proyecto soberano y debe terminar de consolidarse al interior, antes de involucrarse de lleno en el juego de las grandes potencias.
Ese sería el termómetro adecuado para evitar dos polos: el retraimiento y aislamiento diplomático, y a su vez, un activismo extremo que orille a México a involucrarse en el fuego cruzado de las grandes potencias. México es un país con una gran historia diplomática y un amplio potencial regional, sin embargo, el segundo piso de la 4T deberá ser cuidadoso e inteligente al seleccionar sus temas de participación en foros internacionales. Algunos en los que México podría tener un gran peso son el multilateralismo, la paz, las nuevas energías "verdes" y la diplomacia científica, en esta última en particular, Sheinbaum podría ejercer un gran activismo, tomando en cuenta su grado de Doctora en Ingeniería Ambiental de la UNAM.
Hasta el momento, sus retos aparentes son la atención a migrantes mexicanos en el exterior, la relación comercial con Norteamérica, la seguridad (léase, el problema del narcotráfico), el enfoque a la relación con Estados Unidos (dependiendo quién gane el 5 de noviembre), la migración centroamericana, entre otros. ¿Qué dirá sobre la Guerra en Ucrania y la escalada en Medio Oriente? Aún no hay indicios claros sobre la postura de Sheinbaum hacia los temas geopolíticos del momento.