Es verdad que es motivo de orgullo el solo pensar que, además de tener en la Presidencia de la República a un Tabasqueño, pudiéramos tener a nuestro gobernador, Adán Augusto López Hernández, en una importante secretaria de Estado, haciendo historia reciente de México junto con otros paisanos. Pero no es menos cierto que a muchos no nos gustaría que decidiera irse de Tabasco porque aquí está haciendo una tarea no menos importante. Al revés. Esta es la tierra de AMLO y todo lo que ocurra o no aquí repercute para bien o para mal en todo el país y eso, ese control, está en manos de Adán y sinceramente no me parece irrelevante quien pudiera ocupar la gubernatura en el caso de que tuviera que dejarla para ocupar ese hipotético e importante cargo federal. De hecho aquí en tierras chocas las cosas se ha hecho bastante bien y los resultados electorales lo confirman y por tanto sería jugar a la “ruleta rusa” el romper una dinámica que ha estado funcionando perfectamente por otra, que cuando menos nos llena de incertidumbre respecto a la sucesión. Adán Augusto ya ha impreso su propio sello en la administración y a medio periodo de gobierno constitucional cambiar el timonel representa un riesgo cierto que no parece razonable correr. Porque no nos encontramos con razones tan poderosas que puedan aconsejar cambiar la serenidad, profesionalidad y buen hacer de AALH por otro, u otra, persona que no sabemos cómo se comportarán en casos de amenaza de ingobernabilidad en ciernes o que, precisamente por conocerlos, por desgracia lo sabemos perfectamente. Construir un buen gobierno implica la apertura de su actuación al escrutinio público a través de mecanismos que garanticen a los ciudadanos accesibilidad total al ejercicio de la función pública e impulsen esquemas de corresponsabilidad en la elaboración de políticas públicas encaminadas a la formación de una conducta ética en el funcionamiento administrativo, transparencia en la asignación y el manejo de recursos públicos, así como la rendición de cuentas de acuerdo a las metas establecidas en el corto, mediano y largo plazos. El gobernador López Hernández antepuso la honestidad, la justicia y la confiabilidad como componentes de la transparencia en la presente administración un principio de actuación que permita forjar, en la totalidad del cuerpo burocrático, una actitud de apertura y diálogo constante con los ciudadanos. Y se ha impulsado un ambiente de confianza, reconocimiento y apropiación de las acciones al reducir la discrecionalidad y evitar los actos que propicien corrupción. Los grupos de presión a favor de determinados intereses deberían atenerse a unas reglas de conducta claras, acreditarse y hacer públicos sus objetivos y destinatarios de su actividad. Especialmente en nuestro estado, en el que las relaciones entre grandes empresas y gobierno son más que evidentes para bien y para mal. Y en ese grupo de presión podemos encontrar a quienes les importa muy poco la estabilidad del estado de Tabasco y mucho el estado de su propia cartera. Lo que parece claro es que hay que aplicar ese dicho popular que asegura que “si algo funciona muy bien no hay que cambiar nada”. Porque de hacerlo y que luego se registre un fracaso o un grave error que implique un retroceso que afecte al buen funcionamiento de Tabasco, su crecimiento y bienestar o al comportamiento leal de su electorado sería como “darse un tiro en el pie”.
Lo que parece claro es que hay que aplicar ese dicho popular
Los peligros de los cambios de las cosas que funcionan bien
Lo que parece claro es que hay que aplicar ese dicho popular