Los Juniors

Acerca de los juniors y su nueva definición

Cuando la semana pasada la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se refirió a Claudio X. González Guajardo, cabeza de la oposición y de la alianza PAN, PRI y PRD (oposición que por cierto ha perdido la cabeza), como "Hijo de Papi" y "Junior Tóxico", además de hacerme recordar a aquellos patos llamados Hugo, Paco y Luis (y aquí usted lector identifique a quien quiera con alguno de esos sobrinos de Rico McPato), me permitió recordar otros dos aspectos también provenientes de la ficción.

          El primero es de este 2024 y viene de Corea del Sur a través de la serie que en español se llama "Mi señor", en la cual uno de los personajes relevantes es un prestamista hijo de otro prestamista que se aprovechaban de la necesidad de los necesitados y hacían préstamos económicos que luego cobraban hasta con la sangre del deudor, lo que provocó que la personaje principal de la historia a sus catorce años de edad asesinó al padre después de ser testiga de las palizas que el prestamista investido en el papel de cobrador le propinaba a su abuela con la finalidad de advertirle que le iría peor si no pagaba los réditos que origina el préstamo, pero ¡oh! sorpresa, ni con la muerte del agiotista la deuda desapareció, sino al contrario, creció y se intensificaron los métodos de cobro por parte del hijo investido en heredero del negocio de préstamos con pagos chiquitos pero con cobros con sangre, a grado tal que en alguno de los episodios alguien dijo que el hijo había salido peor que el padre, o sea, como diríamos México: "Hijo de tigre, pintito".

          El otro recuerdo se remonta a 1970, cuando a mis trece o catorce años tuve conciencia de lo que eran los "Juniors", y eso se debió a que vi la película llamada precisamente "Los Juniors", protagonizada por Pedro Armendáriz (hijo), Andrés García, José Luis Rodríguez (después conocido como "El Puma"), y Claudia Islas, en la cual estos actores representaban a jóvenes ricos, integrantes de la burguesía mexicana, que fueron desheredados por sus progenitores por ser unos buenos para nada, unos estudiantes fósiles, unos holgazanes bien vestidos a la moda, asistentes asiduos a cafés en boga y con autos deportivos último modelo, y todo pagado con la fortuna de sus afortunados padres, y entonces para seguir llevando la vida la que estaban acostumbrados (de "Juniors" como ellos mismos se definieron), empezaron a extorsionar a integrantes de su mismo círculo socioeconómico, hasta que de manera accidental cometieron un asesinato y tuvieron que huir, pero dejando huellas que hicieron que la policía los identificara pronto, y estos "Juniors" en su fuga se refugiaron en un convento con el propósito de desaparecer un tiempo ("en lo que se enfría el ambiente", diría uno de ellos), pero ¡oh! sorpresa, ahí encuentran la redención y al final dos de ellos se entregan a la justicia y los otros dos sellan su relación casándose por la iglesia.

          Y he escrito que tuve conciencia de lo que eran los "Juniors" porque hasta ese entonces yo había vivido en una colonia popular cercana a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, y ahí lo más cercano a los "Hijos de Papi" eran los hijos del carpintero, del de la tienda, del de la farmacia, del patrón, del jefe, y todos éramos vecinos que aprovechamos la calle para jugar y reír juntos, y la única diferencia era que algunos de ellos asistían al colegio y los demás a la escuela, a ellos les enseñaba la "miss" y a los demás la maestra, y a ellos les decían que Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles eran la personificación del diablo en la tierra, y a los demás les confirmaban que eran unos héroes que habían construido al México moderno y democrático. Pero el tiempo pasó y algunos de aquellos hijos de los pudientes de la calle, se volvieron prepotentes y desconocieron a aquellos pobres adolescentes de entonces que no tuvieron la fortuna de que sus padres tuvieran fortuna. Es decir, con su actitud ellos transitaron de ser "Hijos de Alguien" a ser "Juniors", y algunos más radicales adquirieron por méritos propios la definición utilizada por la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, aunque su fortuna económica no se acerque no por mucho a la de Claudio X. González Guajardo, o a la de Emilio Azcárraga Jean o a la de Ricardo Salinas Pliego. ¡Ah!, ni tampoco sus actitudes, que conste.

*Escritor. cadenacardenasjavier@gmail.com