Las Fuerzas Armadas en México han extendido su presencia en la administración pública. La oposición ha llamado a este proceso "militarización". El Gobierno federal lo ha propuesto necesario para la seguridad nacional y una alternativa para combatir la corrupción, así como para reducir gastos faraónicos, reconociendo las enormes capacidades que poseen.
Las interpretaciones localistas emitidas por simple propaganda opositora no son suficientes para otear el alcance de la estrategia ni mucho menos para dudar de probables beneficios e intencionalidades. Es imperativo revisar lo que acontece en el mundo y la tendencia actual de la crisis económica, política, social y humanitaria.
En el ámbito internacional las tensiones políticas polarizan, brotan nuevos conflictos bélicos, cobrando unos más notoriedad que otros (y no por ello los "invisibles" son menos sangrientos y crueles) y se multiplican las batallas por el control de los recursos energéticos tradicionales y de vanguardia. En tal contexto se avizora un panorama donde el Estado mexicano apuesta por blindar el territorio nacional, ante el probable escalamiento de la violencia.
El mensaje navideño del Papa incluyó referencias a los conflictos bélicos del mundo: Rusia-Ucrania, Israel-Hamas, Armenia-Arzabaiyán, además de los que se viven en Siria, Yemen, "las regiones del Sahel, el Cuerno de África y Sudán, como también a Camerún, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur".
Simultáneamente hay otras guerras en curso con menor visibilidad mediática como los de Burkina Faso, Nigeria, Afganistán-Pakistán y Myanmar. Así mismo, aparecieron tensiones entre Venezuela y Guyana, respaldada ésta última por Reino Unido; y persisten las del bloque conformado por Rusia-China-Corea del Norte frente a los aliados de Occidente, grupo de naciones cuyos líderes demandan a otros Estados definirse.
Estos enfrentamientos armados han provocado éxodos masivos de Asia y África hacia Europa y al interior de este último continente. América enfrenta el mismo desafío.
MIRAR AL FUTURO
Cada año, millones de migrantes llegan a México desde el Sur y el Caribe con la intención de cruzar la frontera norte. Con este destino, de Tapachula partió, el 24 de diciembre, una caravana con siete mil personas que gradualmente se dispersaron. Los medios alcanzaron a registrar el único deseo de los extranjeros: trabajar. De acuerdo, con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, más de 2.2 millones de migrantes latinos llegaron en 2023 a sus linderos del sur. Por sí solo, el fenómeno ha de darnos una idea de lo mal que la están pasando las familias provenientes de naciones hermanas de América Latina. A decir del director del Centro de Dignificación Humana de Chiapas, Luis García Villagrán, nueve de cada diez integrante de la caravana de Tapachula tiene intenciones de quedarse a residir en México, esto debido a las dificultades para ingresar al territorio estadounidense y porque, como afirma Andrew Selee, presidente del Migration Policy Institute en Washington, D.C, nuestro país conserva su atractivo "desarrollo a largo plazo".
Mientras tanto el litio y otros recursos energéticos tradicionales son perseguidos por las transnacionales, las que, de manera directa o indirecta, a la larga provocan los éxodos de migrantes. (Primera Parte)