UNO
Entre todos mis libros, quizá 400, hay algunos que resaltan, sea por su peso, ligereza, papel, por sus pastas duras, por dibujos, porque están autografiados, por su bello diseño, por el autor sin más. Y esos los tengo en un cofre aparte con el temor que me los roben ladrones desesperados que abundan. Hay quienes ven unos dentro de un carro y dan cristalazo, aprovechan el viaje y roban la compu y el estéreo, y por las prisas olvidan el libro. Soy testigo de ello.
DOS
Muchos libros me han robado, no me los devolvieron cuando los dí prestados; otros he vendido, regalado con mensajes especiales, o de compromiso. Hay libros que he obsequiado como regalar mi corazón, mi alma, mis ojos. Y no sé si aún existan o fueron tirados, o donados a algún librero de viejo, para que vuelvan a la circulación.
TRES
Hay libros que tengo aún en celofán. Igual otros que compré y no he abierto. Los que tengo pendientes de regalar por motivos disímbolos. Y hay libros lejos de mí, los que quise comprar y no pude, los que pude y no quise, los que puedo comprar y quiero; pero ya no, ya tengo suficientes. Y hay en mi biblioteca los que tengo pendientes de leer y los que quiero releer.
CUATRO
Y hay libros que tienen sus anécdotas, estén conmigo o ya no. Una vez llevé a la escuela, y lo tenía entre los libros de mi grupo, El Libro Negro, de Giovanni Papini. Y una ocasión, unos padres muy religiosos llegaron antes de una asamblea, y para hacer tiempo y no aburrirse, empezaron a ver los libros de la pequeña biblioteca del grupo. Ya al final, luego de dos horas de la junta, se quedaron para preguntarme que por qué no tenía una biblia y un libro de brujería. Sí, ¿de brujería?, fue mi pregunta con temor. Y sacaron el Libro Negro.
CINCO
Pero también sacaron Dos crímenes, de Jorge Ibargüengoitia. Y me tuve que esforzar por explicarles sobre la literatura y la filosofía, y los temas que tratan. Además yo tenía muy presente la película Canoa, de Felipe Cazals, en la que muchachos universitarios fueron linchados y muertos por el fanatismo religioso en el pueblo Canoa, del estado de Puebla. Así que desde entonces he tratado de no tener libros con títulos que puedan llamar la atención a padres de familia fanáticos, que los hay; pocos, pero sí.
SEIS
Un libro que guardo con mucho amor es el libro "Cantos", de Ezra Pound. En él viene publicada gran parte de su obra poética, que en su tiempo fue recluido en un sanatorio mental el San Elizabeth, por sus opiniones contra el gobierno de Estados Unidos, principalmente a través de la radio italiana. A Pound varios poetas le hacen reverencia y son referencia de la influencia que ejerció en ellos.
SIETE
El libro "Hambre", de Knut Hamsum, escritor noruego. Este lo encontré en una librería de viejo, y me llamó la atención por su título. Leí la primera hoja, y no me detuve hasta que lo terminé un fin de semana de invierno en mi Matamoros querido. Trata con jocosidad de la vida del autor cuando anduvo de vagabundo.
OCHO
El "Cartas desde la RueTailsbot", del escritor californiano de origen armenio. En él escribe a Dios, a viejos maestros de su escuela, vecinos y otras personas que le ayudaron, que creyeron en él, y les agradece. Lo hace con un estilo muy amoroso, sencillo y ameno. Lo leí en voz alta una tarde fría alrededor del bracero en mi casa de Matamoros . Y lo compré igual en una librería de viejo.
NUEVE
Amo los dos tomos de poesía, de Octavio Paz, de sus obras completas. Poética grandiosa. Como un gran océano, donde se mete uno allí y sale animado, impactado y con ganas de seguir leyendo. Cumbre del verbo, premio Nobel de literatura en 1990.
DIEZ
El de Jaime Sabines, "Recuento de poemas", poeta chiapaneco. Que, desde la palabra común, esas que todos utilizamos a diario, escribe su obra poética, de las más importantes de la literatura hispanoamericana. Un ejemplo de ellas son los poemas Los amorosos y Tía Chofi. Confortado sale uno luego de entrar al universo poético de Sabines.