A
En Villahermosa, Tabasco, un albañil me contaba la manera especial como su compadre, también albañil, enfrentaba los retos de la escolaridad de sus hijos ante la pobreza:
—Fíjese que mi compa sólo les permite estudiar hasta el quinto grado de primaria. ¿Por qué? Pregunté. Mire, como ahí enfrente está mi compadre, mejor que él se lo explique—. Lo llamó y me lo presentó. Enseguida expresó — Aquí el profe quiere saber por qué tus hijos no terminan la primaria.
De inmediato respondió:
—Mire profesor, los albañiles no siempre tenemos trabajo. Hay semanas enteras en que no damos golpe. Yo tengo seis hijos. No permito que estudien el sexto grado porque seguro es que al terminar la primaria me van a pedir inscribirlos en la secundaria. Y no tengo dinero para ello.
—Pero los libros ya los regalan en la secundaria, así que ¿cuál es el problema?
—¿Y los útiles escolares? ¿Y los uniformes? ¿Y los materiales de laboratorio y de taller? ¿Y los tenis y todo lo que piden ustedes los profesores? Entiéndame. Si todos estudian en los días en que no tengo trabajo ¿qué vamos a comer? ¿De qué vamos a vivir? En cambio, así como vivo la vamos pasando. Dos de mis hijas trabajan de sirvientas; mi hijo vende los panuchos que hace mi mujer. Como ve, de este modo trabajamos cinco personas. Sólo así podemos comer todos los días. ¿Me entiende?
B
Este hecho de la vida real muestra el drama que vive la mayoría de las familias pobres de Tabasco y México. Hay quienes, además, de carecer recursos para sus uniformes y útiles escolares no tienen con frecuencia dinero para los pasajes diarios para trasladarse a las escuelas. A ello hay que agregar la pobreza de la infraestructura de las escuelas públicas, respecto a las privadas o particulares.
Hay sin embargo, un problema central pedagógico que, por más esfuerzos que se han hecho desde José Vasconcelos, pasando Por Jaime Torres Bodet y hasta el presente ha sido el problema en la formación de lectores cuyo resultado positivo sería la formación de autodidactas, del sueño de los mejores pedagogos e intelectuales de México y del mundo.
En el libro está la salvación de América Latina, clamaba el patriota cubano José Martí. Lo mismo pensaba Vasconcelos. En su hábito de lectura cifraban la salvación y superación popular. Y seguimos en la misma trayectoria, en la misma terquedad.
El matemático mexicano, Samuel Gitler, férreo crítico de la educación mexicana, (La Jornada, 11 de septiembre de 2014), antes de su muerte, resaltó "la importancia de comprender cómo funcionan las matemáticas. "Lo primero que se necesita es APRENDER A LEER, pues del entendimiento de un texto es posible apreciar y analizar un problema matemático" (Conferencia de julio de 2013). Siempre -afirma el periodista-que se le pedía un consejo para mejorar la enseñanza de esta disciplina recomendaba: BASTA QUE LA GENTE APRENDA A LEER EN ESPAÑOL Y ELLO SERÁ GANANCIA. La matemática le va a venir después. Al LEER SE HACE UN ANÁLISIS y eso es suficiente para la preparación para entender la matemática."
"...El problema de México es que los niños no leen y que ello implica no sólo juntar las letras, sino saber que dice el texto. Unir letras lo hacemos todos, pero entender el mensaje es lo que tiene que cultivar el maestro en la escuela".
¿Cómo anda México y Tabasco en Lectura?
En la Encuesta Nacional de Lectura de 2006 señala que el promedio de lectura del mexicano era de 2.9 libros al año. En la Encuesta de 2012 es de ¡ 2.94! Esto es, ¡subimos cuatro centésimos en seis años! En 2006 el 56% leía libros; seis después el 46 %. Vamos para atrás. Dos datos lamentables arroja la segunda encuesta: 1) el 87% posee en su casa de uno a treinta libros y 2) sólo el 2,7 % de mexicanos tienen en sus casas más de cien libros. ¡Los verdaderos lectores!
Pero hay otro dato terrible: en seis años (de 2006 a 2012) sólo se ascendió en lectura ¡cuatro centésimos! Si ese ritmo se mantiene nuestro país pasará de 3 a 4 libros en un lapso de ¡150 años! Y en Europa se tenía en el 2012 como promedio anual ¡doce libros! por ciudadano. Estamos a una distancia de casi nueve libros. ¿ a cuántos años de distancia? Espero estar equivocado: a ¡1350!
Pero ¿Cómo anda Tabasco en lectura de libros?
En un diario local de 2005 (Milenio, 2 de marzo) se afirma que en el municipio del Centro—donde está la capital del estado—el promedio de lectura no llegaba al uno por ciento (penúltimo lugar nacional en ese año, según el presidente municipal Floricel Medina). ¿Qué será en los demás municipios? Pero, seamos optimistas, supongamos que en ese año era de un libro al año en promedio, con ello estaríamos a dos libros de distancia del promedio nacional, esto, es a 300 años de distancia. Y ya ni compararnos con Europa. Tenemos que hacer algo. (*III Premio Nacional de Promoción de la Lectura 2000/CENTRO DE INFORMACIÓN POLÍTICA DE IZQUIERDA)