La voluntad de cambiar

Elecciones 2024. Del voto de castigo al voto de aprobación (III)

La parte propagandística y cultural de las guerra jurídica (contra el régimen de la Cuarta Transformación) fue la doble estrategia de querer presentar a AMLO como un dictador y como un peligro para las formas e instituciones jurídicas creadas por la "transición política" (que en realidad han funcionado como una privatización encubierta en donde los capitales se autocontrolan, y cuyo resultado ha sido una mayor monopolización en todos los campos en los que actúan, la protección de la misma clase política y plazas metasexenales bien pagadas, además de pensiones doradas por pocos años de servicio y "seguros" por despido).

Lo que han defendido los intelectuales y académicos como logros democráticos, tiene sentido dentro del propio bloque social y clase política neoliberal, pero no para la enorme mayoría de la población. Por lo que tal mensaje cayó en el vacío. Y en el primer caso, para atacar a AMLO generaron una caricatura del personaje y no un análisis de sus políticas, acciones y verdadero carácter y errores, al que agregaron una actitud mezquina de no reconocer ningún logro incluso incuestionable, como el del manejo de la política monetaria y financiera, en lo que superó de lejos lo logrado por los gobiernos neoliberales. Pero su mayor error fue que sus intelectuales y su bloque histórico terminaron creyéndose la caricatura que fabricaron (como la de "Mesías tropical" de Enrique Krauze), y tanto en las argumentaciones de calle de sus seguidores, como las disertaciones universitarias como las que ha estado dando el abogado general de la UNAM y los debates mediáticos, se fueron en contra de un personaje que ellos inventaron y por lo tanto no tuvieron eficacia.

Y además, la suma de ambas campañas, por ejemplo la acusación de que AMLO quiere perpetuarse o reelegirse en lugar de contraponerlo a los sectores populares, resultó en todo lo contrario porque le estuvieron diciendo al pueblo lo que quería que pasara y que se manifestó amplia y suficientemente en las urnas: más de la cuarta transformación.

La respuesta a la caricaturización tuvo todo el sello del humor e irreverencia popular al convertirse en muñequitos llamados "amlitos", que en su impotencia, este bloque pidió prohibir jurídicamente, logrando del efecto contrario de potenciarlo como símbolo de adhesión y cariño a AMLO. Lo mismo ha ocurrido con el concepto académico de "populista", que los intelectuales usan como insulto pero que las masas reciben como reconocimiento de que alguien está de su lado.

Todo esto evidencia la certeza de la acusación que promovió AMLO todo el tiempo: la jerarquización, el racismo y el clasismo del bloque neoliberal conservador. Una situación que es constitutiva de México como país colonizado y colonial, que vino a sumarse y darle un toque propio (¨tropicalizar") las ideas, dogmas y antropología neoliberal (que busca reducir el hombre al mero homo economicus que sólo busca la maximización de satisfactores).

FRENTE A LOS PODERES GLOBALES

Se hizo evidente que los grandes intelectuales mexicanos actuales: Roger Bartra, Aguilar Camín, Enrique Krauze, Sergio Aguayo, Denisse Dresser, y el resto de los "abajofirmantes", no conocen al "pueblo" de México, y demuestra también el acierto de AMLO al no hablar de ciudadanos sino recuperar la categoría de "pueblo", que resulta una manera local de interpretar y llevar exitosamente a la práctica las proposiciones de Antonio Negri (1994) sobre "lo común" y "lo constituyente": ese espacio desde el cual y donde las masas en última instancia tienen el poder de reconstituir las formas políticas y jurídicas de convivencia en un espacio político.

Finalmente, tras la baja relativa del peso (no a los niveles de comienzo de sexenio) y de la actividad de la bolsa, que se interpretó como que "se pusieron nerviosos los mercados", quedó claro que, como señaló en una entrevista el periodista René Delgado, al proponer el cambio del poder judicial legitimado por 35 millones de votos, la Cuarta Transformación no enfrenta a "grupos políticos nacionales desanimados y derrotados" sino a poderes globales, con lo que quedó desnudo un nivel más alto de la confrontación: el de la democracia contra el neoliberalismo, el de la necesidad y voluntad popular contra la dictadura global de los grandes capitales que han estado y están detrás del grupo opositor del PRI y el PAN.

López Obrador pudo gestionar este conflicto por una parte por el autorreconocimiento del grupo político dominante de que ya no tenía capacidad de mantener el gobierno. Y por el otro lado aceptar y negociar con los poderes fácticos innegables como el grupo de inversión Black Rock o el propio Carlos Slim. El enorme reto que viene ahora para la primera presidenta de México será el cómo gestionar esta contradicción para "poner el segundo piso" de la Cuarta Transformación avanzando con la disminución de la desigualdad económica social del país y no ser efectivamente boicoteada por los capitales globales o incluso los actos de violencia de la asociación de los poderes fácticos locales y la delincuencia organizada, y hasta el sabotaje de las viejas organizaciones corporativas y burocráticas como se dio en el caso del incendio del sistema de control automático del metro y todos los malos funcionamientos y tortuguismos provocados por el mezzopoder burocrático. (FIN)

Referencias

Banerjee, Subhabrata (2008). "Necrocapitalism", Organization Studies 29 (12), SAGE Publications.

Mbembe, Achille (2011). Necropolítica seguido de Sobre el gobierno privado indirecto, Madrid, Melusina.

Negri, Antonio (1994). El poder constituyente, Madrid, Prodhufi.

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(Publicado en Criba. Historia y Cultura. Se reproduce con permiso del autor. Rodolfo Uribe es doctor en Ciencias Sociales del Colegio de México. Investigador titular Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, investigador invitado Universidad de Salamanca y de la Australian National University.)