*Lo que sucede cuando se cuenta desde la contracultura
*Un sistema que nace, se reproduce y desmorona..y vuelve
*Eterna repetición que inocula el cinismo y la desconfianza
Escribió José Agustín: "¡AQUÍ VIENE HUEVOS DE ORO! En 1940, Diego Rivera y Frida Kahlo se casaron por segunda vez y México pisaba la cola del tigre. Se vivía una intensa agitación. Las medidas revolucionarias de Lázaro Cárdenas (reforma agraria, fortalecimiento de obreros, educación socialista y expropiación petrolera) beneficiaron al pueblo pero también despertaron una activa oposición de terratenientes, patrones, la Iglesia y parte de la clase media de las ciudades. Todas estas fuerzas identificaron a Cárdenas como un peligro comunista y se defendieron atacando: las inversiones se contrajeron, se fugaron capitales y se desató una fiebre especulativa de terrenos urbanos, que en 1940 aumentaron de valor hasta en 200 por ciento".
"Los ricos también se lanzaron a comprar lujosos autos importados, y los Packards, Lincolns y Cadillacs circulaban las calles, pavimentadas o no, de las ciudades mexicanas. Las grandes compañías extranjeras, por su parte, contribuyeron al desorden económico al retirar su dinero de los bancos mexicanos, y éstos de plano dejaron de conceder préstamos. Para no variar, el gobierno siguió sobregirándose y por tanto imprimió billetes con energía; los aumentos de precios, especialmente en básicos, ahondaron la carestía y acabaron de exasperar a toda la población, pues nadie se reponía aún de los efectos de la expropiación petrolera y se presenciaba, procurando no preocuparse demasiado, la gran guerra que tenía lugar en Europa, África y Asia".
Con un estilo desenfadado, pero bien documentado, el escritor que rompió los moldes de la literatura mexicana en los años sesenta (La Tumba, 1964; De Perfil, 1966, Inventando que sueño, 1968, y Abolición de la Propiedad, 1969), también nos contó la historia de un país inasible, escurridizo. Su trilogía "Tragicomedia Mexicana" contó lo sucedido entre 1940 y 994; en tres tomos nos retrata a una nación que va de las tradiciones a las traiciones.
LOS LOCOS SESENTAS
Escribió Herman Bellinghaussen: "De mi generación en adelante todos nacimos en un mundo donde ya existía José Agustín ( Augusteen, ese mi Agustín). Nadie en la literatura mexicana encarna mejor que él nuestros roaring sixties. Los vio venir antes que nadie mediante un puñado de libros que, considerados desde acá, son sólo sus primeros..." Y menciona los cuatro citados líneas arriba, a los que siguieron ocho novelas, siete recopilaciones de cuentos, doce de ensayos, crónica y periodismo, unos quince guiones, entre una vasta obra.
Tiene razón Bellinghaussen cuando refiere que contrariamente a Parménides García Saldaña, otro escritor de aquella corriente conocida como "literatura de la Onda", José Agustín "no se deja arder de un flamazo en pasto verde ni deriva a la mera divulgación maniática de la contracultura. Se convierte en novelista y cuentista sólido, original, fortísimo". Otro escritor de aquella generación, Gustavo Sáinz, pudo ver publicados una veintena de sus libros; en tanto que Parménides, con una muerte prematura antes de cumplir 40 años, sólo logró ver publicadas cuatro de sus obras.
Originalmente, "Tragicomedia mexicana" estuvo planteada por José Agustín como un solo libro, pero conforme comprendió la magnitud del proyecto –contar más de medio siglo-, lo amplió a dos, luego a tres volúmenes.
Comenta en el tercer y último volumen de "Tragicomedia mexicana, crónica de la vida en México de 1940 a 1994" que "escribir la historia reciente es patinar en hielo frágil, pues como se sabe, hay numerosas versiones de los hechos que muchas veces se oponen entre sí ya que ven las cosas desde su perspectiva e intereses. No obstante, consideré que el trabajo era necesario, pues casi no hay materiales que sinteticen nuestros hechos recientes. Ahora más que nunca es verdad que para entender lo que nos ocurre necesitamos revisar nuestro pasado inmediato".
La explica como "crónica histórica para un público amplio", por lo cual –dice- "prescindí de un esquema formal, notas y pies de página, cuadros, profusión de estadísticas y demás. Ni remotamente es una versión oficial de los acontecimientos recientes, sino la visión de un observador que cuando menos no pertenece a ningún partido político, a ninguna institución o corporación, que no es propagador de ninguna ideología ni representa ningún tipo de intereses". Su posición, considera el mismo José Agustín, le permitió "trabajar con una libertad notable", porque además –apunta- "mi propia naturaleza narrativa me indujo a escribir desde un punto de vista crítico, si no es que irreverente, irónico y divertido; es decir, en cierta forma, contracultural".
Podemos decir que la tragicomedia mexicana sigue su curso y nos faltará un escritor como el recientemente fallecido para que la cuente con un espíritu desparpajado, de onda relajada, pero con método. Necesitamos evitar la amnesia sexenal. Dijo Carlos Marx que la historia ocurre primero como tragedia y se repite como farsa; para José Agustín la nuestra es a la vez tragedia y comedia.
AL MARGEN
El relato del escritor está salpicado de anécdotas y testimonios, por lo que podríamos decir que su Tragicomedia es una novela de un medio siglo mexicano que definió las décadas que siguieron con el ascenso al poder de la tecnocracia, pero sin olvidar el lastre del pasado en una especie de repaso a las ilusiones perdidas. Un país en el que el pasado se niega a dejar de serlo. (vmsamano@hotmail.com)