La rivalidad fraternal está definida como el conjunto de emociones, sentimientos y comportamientos de carácter negativo que experimentan algunos niños frente al nacimiento y presencia de sus hermanos. Esta rivalidad se puede reflejar de diferentes maneras, pueden ser pequeñas peleas que se dan en las primeras etapas de la vida o incluso circunstancias más problemáticas como la enemistad entre hermanos adultos.
Hay que tener en cuenta que los hermanos que pasan mucho tiempo juntos terminan desarrollando una relación cercana en la que es normal que aparezcan conflictos, como sucede en las relaciones entre adultos. También en ocasiones los hermanos perciben que hay cierta competencia por los recursos limitados de los padres. La rivalidad entre los hermanos puede darse por una lucha por el cariño, la atención y los refuerzos que reciben cada uno de manera individual.
En la mayoría de las ocasiones esta rivalidad no responde a la existencia de un reparto no equitativo de los recursos sino a la percepción que los menores tienen sobre ésta. El primogénito puede sentir que la atención de sus padres ha disminuido por la llegada del nuevo miembro y como consecuencia puede aparecer un sentimiento de rechazo.
Existen algunas recomendaciones para evitar esta condición:
o Mantener una buena comunicación padres-hijos y tratar de dedicarles tiempo individualmente. Podremos entender mejor los conflictos que surgen entre nuestros hijos si les hemos dedicado previamente un tiempo y espacio de expresión emocional.
o Establecer unas normas básicas de comportamiento. Estas reglas deben ser pocas, pero inquebrantables, reglas tales como "NO pegar" o "NO insultar". Estas normas de convivencia son primordiales para conseguir un ambiente familiar favorable.
o No tratar el conflicto como algo negativo. Los conflictos con otros seres humanos son parte de la vida y hay que naturalizarlos. Tenemos que transmitirles que la mejor manera de solucionar un problema es tener una actitud tranquila y relajada.
o No posicionarse ni juzgarles. Cuando se culpa a uno de los hermanos de la pelea éste puede pensar que está en desventaja con respecto al otro y lo considerará su rival.
o Centrarnos en la solución y no en el problema. En relación con el punto anterior, es mejor buscar un remedio que buscar un culpable. Ofrecer a los hermanos todas las posibles opciones de solucionar el motivo de la discordia.
o Enfatizar las similitudes entre ellos, para así minimizar la competencia. También es recomendable reforzar las interacciones positivas entre ellos ya que así aumentará la frecuencia de estas.
o Jamás hacer comparaciones. Esto generará mayor distanciamiento e incluso sentimientos de rencor entre hermanos.
o No "pagar" con privilegios al hermano que, en el conflicto, parezca en desventaja.
Ayudar a nuestros hijos a gestionar los conflictos con sus hermanos les ayudará a desarrollar en un futuro mejores habilidades sociales y aumentar su tolerancia a la frustración. (Psiquiatra/Paidopsiquiatra)