Entre las causas que condujeron a la revolución estuvo la tenencia, la propiedad de la tierra. Los grandes latifundios constituidos mediante el despojo, la esclavización, el asesinato y hasta el intento de exterminio de los pueblos originarios, que levantó a Zapata al grito de “La tierra es de quien la trabaja” y que el movimiento plasmó en una Constitución que prohíbe los latifundios y ordena el reparto agrario en forma de colonias o ejidos.
En el imperio Meshica no había campesino sin parcela ni niño sin escuela. Con la noche de tres siglos de la colonia, todo cambió para mal. Comenzando con el Decreto de Carlos I (V de Alemania) que establecía que el Rey era el propietario de suelos y subsuelos con facultades para otorgar usufructos a particulares.
Las Reales Ordenanzas de mayo 22 de 1783 confirmaban la propiedad del Rey de suelos y subsuelos, prohibiendo la participación a extranjeros. Al iniciar la República se tenía para todo lo no previsto la aplicación de la legislación española.
Y fue hasta 1884, en pleno régimen de Porfirio Díaz (el porfiriato), cuando Manuel González expide su Código de Minas, otorgando a particulares la propiedad de suelos y subsuelos y derogando las Ordenanzas de 1783. Este Código en su Artículo 10 establecía: “El propietario del suelo lo es también del subsuelo y puede explotar petróleo y ….. sin necesidad de denuncias ni adjudicación”.
La Ley Minera de Porfirio Díaz de 1892 precisa que el propietario puede explotar el subsuelo sin necesidad de permiso a concesión. La Ley del Petróleo de Díaz de 1902 autoriza a extranjeros a explorar y explotar en terrenos y aguas nacionales, pagando un impuesto de cinco centavos por kilómetro cuadrado que ocupen.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 establece que la propietaria originaria es la Nación , la que la transmite a particulares para constituir las propiedad privada y la prohíbe a los extranjeros en fronteras y costas y la condiciona en el interior a que este renuncie a su nacionalidad respecto a dicha propiedad.
El documento constitucional surgido de la revolución establece la propiedad del subsuelo es de la Nación , que ejercerá el dominio exclusivo de recursos estratégicos como los hidrocarburos y la electricidad. El Presidente López Mateos llamó “Traidores a la Patria” y malos mexicanos a los que más adelante entregaran estos recursos a extranjeros, lo que muy lamentablemente ha sucedido en alguna medida con los nefastos gobiernos neoliberales.
Gobiernos surgidos de la revolución declararon exclusiva de la nación la industria petrolera, la petroquímica y la eléctrica, que crearon como organismos fuertes y florecientes. Malos mexicanos, por decir lo menos, destruyeron la poderosa y ejemplar industrias petroquímica y casi llevan a la ruina la petrolera y la eléctrica.
Pero son muchas las causas y los beneficios que originaron y produjo nuestra revolución y de eso seguiremos comentando, estimado lector.