Hablar de la Revolución Mexicana, es reflexionar sobre la gran transformación de un México esclavista y feudal a un despertar de libertades y esperanzas que se plasmaron en la Constitución del 17 que consolida la primera transformación con contenido social del siglo XX anterior a la rusa.
Desafortunadamente en nuestro país muchas cosas son letras muertas. Y si, el 19 de octubre de 1810 el Padre de la Patria Miguel Hidalgo expide en Guadalajara el memorable decreto de la Abolición de la Esclavitud, Morelos expide en Chilpancingo el 5 de octubre de 1813 otro decreto de Abolición de la Esclavitud, y ya como república, el Presidente Vicente Guerrero expide un nuevo decreto de Abolición de la Esclavitud el 12 de diciembre de 1829, esta continuó existiendo en nuestro México, hasta la gran transformación de nuestra revolución, cuyo inicio celebramos el 20 de noviembre.
Concretamente en Tabasco, el gobernador revolucionario Gral., Luis Felipe Domínguez expide el 19 de septiembre de 1914 un Decreto redactado por el precursor de la revolución Gral. José Domingo Ramírez Garrido, en el que intervienen el Lic. Francisco J. Santamaría y Rafael Martínez Escobar, nuestro constituyente en Querétaro, ordenando y llevando a cabo la liberación de los peones, verdaderos esclavos que alcanzan una libertad que desconocían.
Y efectivamente, existían los peones acasillados, que no salían de las fincas, que no se podían casar con una mujer de otra finca, tenían que ser de la misma y con el permiso del “amo”.
Mi padre me comentó el caso de un peón de una finca del rio Pichucalco, que logró huir y se presentó con el Jefe Político de Pichucalco, quejándose de que no conocía a sus hijos, pues tenía que salir a sus labores cuando aún no salía el sol y regresaba cuando ya oscurecía, sin días de descanso.
El Jefe Político encarceló al quejoso y llamó al finquero que llevó amarrado al peón y lo encerró en el cepo de castigo que muchas fincas tenían. Y conozco otras historias similares. Era la triste realidad que se vivía en el México bárbaro del porfiriato, que algunos conservadores desnaturalizados añoran.
Y los peones liberados no sabían que hacer, ante una libertad que desconocían, ante un mundo nuevo para ellos, que hace recordar la historia del elefantito del circo, que cuando pequeño lo detenían con una cadena a una pata, y ya siendo grande, cuando con un solo movimiento rompería la cadena, seguía atado acostumbrado al yugo.
Y Tomás Garrido estableció las escuelas y alfabetizó al Estado, con diversas campañas hizo que los campesinos usaran zapatos, que las indígenas usaran blusas, cubriéndose los pechos, dio el voto a la mujer y la revolución devolvió la dignidad que le habían robado al pueblo. Y Tabasco fue llamado “El Laboratorio de la Revolución” .
Pero la situación, con diversas variantes, era la misma en todo el país. Y la revolución enterró también el feudalismo que imperaba. Otra de sus principales causas era la tenencia, la propiedad de la tierra.