De visita por compromisos académicos en Villahermosa, Tabasco, tuve la oportunidad de darme un tiempo para viajar al municipio de Paraíso y ver, de cerca, los avances de lo que será uno de los enclaves petroleros más importantes del país, integrado por el puerto petrolero Dos Bocas y la nueva Refinería Olmeca. Esta nueva refinería que actualmente construye el gobierno federal a través de Petróleos Mexicanos (PEMEX), es una instalación apta para procesar petróleo crudo pesado, y forma parte del Sistema Nacional de Refinación a cargo de PEMEX. Su construcción inició el 1 de agosto de 2019 y se inauguró el 1 de julio de 2022, aunque aún se encuentra en un largo periodo de pruebas, puesta a punto y producción. Tendrá una capacidad para procesar 340 mil barriles diarios de crudo pesado y producir 170 mil barriles de gasolina y 120 mil barriles de diésel de ultra bajo azufre. Su costo estimado inicial fue de 12 mil millones de USD.
La Refinería Olmeca es un compromiso del presidente Andrés Manuel López Obrador para asegurar la autosuficiencia energética del país. Se eligió el sitio de Dos Bocas por su cercanía con los campos petroleros del litoral de Tabasco y la sonda de Campeche, así como por contar con el auto abasto de gas natural. El proyecto consta de 17 plantas de proceso, 56 tanques de almacenamiento, 34 esferas, talleres, edificios administrativos, de servicios y cuartos de control, para obtener un producto terminado a partir de unidades de proceso que integran el tren de refinación del crudo y las de producción de gasolinas y diésel. Un tren de refinación del crudo, compuesto por la planta de destilación combinada y la planta coquizadora, encargadas de separar y convertir el crudo pesado en diferentes fracciones de hidrocarburos. Las unidades hidrotratadoras de naftas, diésel y gasoleos, que eliminan el azufre y otros contaminantes en gasolinas y diésel. También las plantas reformadora, catalítica, alquilación e isomerización (tecnicismos necesarios para entender el proceso), que se encargan de aumentar el octanaje y mejorar la calidad de las gasolinas. También incluye la construcción de un libramiento carretero para evitar el congestionamiento urbano alrededor del municipio de Paraíso.
El proyecto ha sido objeto de críticas por su impacto ambiental, social y económico. Algunos expertos cuestionan la viabilidad financiera y técnica del proyecto, así como la metodología empleada para su construcción, que omitió pasos previstos en la legislación. Se ha denunciado que se deforestaron 220 hectáreas de selva y manglares para edificar la refinería, poniendo en riesgo la biodiversidad y la pesca de la zona.
Los beneficios del proyecto son: generar empleos directos e indirectos, reducir la dependencia de las importaciones de combustibles, aumentar la capacidad de refinación nacional, impulsar el desarrollo regional, aprovechar el crudo pesado nacional y producir combustibles más limpios y eficientes.
Desde el sitio en construcción, es impresionante la cantidad de mujeres y hombres naranja (por el color del uniforme que se les ha dotado para identificar a la fuerza laboral involucrada en las inmensas obras), el florecimiento de negocios de todo tipo, el frenético ir y venir de cualquier cantidad de vehículos de transporte de carga pesada, maquinaria amarilla, vehículos utilitarios que transitan en la otrora tranquila cabecera municipal de Paraíso, en Dos Bocas o El Bellote. Los más de 35 mil trabajadores que participan directamente en las obras, son obreros, técnicos e ingenieros especializados en diferentes áreas del proceso constructivo, más los empleos indirectos que generan proveedores y empresas nacionales e internacionales que participan en el proyecto. La alta ocupación de mano obra en la etapa de construcción, ha generado fuertes presiones sobre el mercado inmobiliario, impactado en el aumento de la demanda de servicios, el consecuente incremento en precios y tarifas, la saturación de la infraestructura, los servicios públicos y el transporte. La llegada de población migrante y flotante ha incrementado la inseguridad y la violencia, la pérdida de identidad y cohesión social, la disminución de las oportunidades laborales para los habitantes locales y la dependencia económica del proyecto. La previsible caída del empleo por terminación de las obras augura otro tipo de crisis asociadas a la expulsión poblacional que se generará. Guardadas las proporciones, me recordó el boom financiero vivido en el corredor petrolero de finales de los años 70´s y principios de los 80´s en Centro, Cárdenas, Huimanguillo, Comalcalco y Paraíso, Tabasco.
Con todo y esa gigantesca fuerza laboral de más de 35 mil trabajadores, el proyecto registra problemas constructivos como son: el retraso en el avance de las obras, la falta de estudios técnicos y financieros previos, la omisión de algunos pasos legales y administrativos, la escasez de materiales y equipos especializados, la falta de transparencia y rendición de cuentas y la vulnerabilidad ante fenómenos naturales como huracanes e inundaciones. Con todo, la impresionante infraestructura de torres de enfriamiento, esferas, kilómetros y kilómetros de tubería ya estructurada, silos, tanques de almacenamiento, ya son visibles y forman parte del nuevo paisaje junto con el puerto petrolero en Dos Bocas.
Hay un plan de remediación a la naturaleza consistente en: la reforestación con especies nativas en áreas aledañas al proyecto, la implementación de sistemas de tratamiento y reciclaje de aguas residuales, la instalación de equipos para controlar las emisiones atmosféricas, el manejo adecuado de los residuos sólidos y peligrosos, la aplicación de protocolos de seguridad y contingencia ambiental, el monitoreo constante de los indicadores ambientales y la compensación económica a las comunidades, dadas las afectaciones a la biodiversidad como la deforestación de selva y manglares, la pérdida de hábitat y de especies endémicas, la contaminación del aire, el agua y el suelo por las emisiones y los residuos del proceso de refinación, el riesgo de derrames y fugas de hidrocarburos, la alteración del paisaje y el clima local y la afectación a las actividades pesqueras y turísticas.
Parte de discusión pública sobre el proyecto es la compatibilidad con el cambio a energías limpias, tema debatible, ya que algunos argumentan que el proyecto es una apuesta por un modelo energético obsoleto y contaminante, que contradice los compromisos internacionales de México para reducir sus emisiones de gases efecto invernadero y transitar hacia fuentes renovables como el sol y el viento. Otros sostienen que el proyecto es una oportunidad para modernizar la industria petrolera nacional y producir combustibles más limpios y eficientes, que contribuyan a la transición energética gradual y sostenible del país. Son visiones complementarias de un mismo tema, que, por su vértice temporal, forma parte de una etapa por concluir (la de los combustibles fósiles, y otra que no termina de nacer, las energías llamadas limpias).
Dos temas inevitables acompañan esta breve reseña: primero, la controversia sobre el tiempo de construcción de la Refinería Olmeca, ya que se han dado diferentes estimaciones y fechas por parte del gobierno y de los expertos. Analistas y trabajadores del sitio consideran que la refinería lleva un retraso de más de un año, que tiene un avance máximo de 75 por ciento y que arrancará como mínimo hasta 2025, a diferencia de la apuesta oficial de producir refinados petrolíferos este año. La segunda, el costo del proyecto, ya que se han dado diferentes estimaciones y, todas siguen incrementando su costo que empezó en 8 mil 900 millones de USD y ya hay datos para pensar en un costo final de más de 24 mil millones de USD.
Algunos proveedores importantes y empresas participantes en la construcción derivan de 23 licitaciones públicas para adjudicar los contratos en las distintas etapas y componentes del proyecto, destacando: el Instituto Mexicano del Petróleo, Bechtel Oil Gas and Chemical Inc., Axens S. A. de C. V., ICA FluorDaniel S. de R. L. de C. V., Grupo Huerta Madre S. A. de C. V. y Grupo HAME S. A. de C. V.
Interesante visita a Paraiso, Tabasco, que con estas inversiones confirma aquella añeja visión de los dos Tabascos de Tabasco; el del petróleo y el del sector primario con su potente ganadería y su siempre promisoria agricultura y pesca.
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