El Día Mundial de la Salud, celebrado el pasado 7 de abril, brinda una oportunidad para centrar la atención en importantes problemas de salud pública que nos afectan y limitan nuestro desarrollo como nación y como persona. En ese sentido, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición es un proyecto emblemático del Instituto Nacional de Salud Pública que proporciona periódicamente un panorama de las condiciones de salud de la población mexicana. Según los resultados más recientes y publicados el año pasado, uno de cada 4 mexicanos informó haber tenido una necesidad aguda de salud en los últimos 3 meses; y de éstos, apenas poco menos de la mitad (44%) recibió la atención requerida en los servicios públicos; revelándose la necesidad de fortalecer y consolidar un modelo de atención primaria a la salud, centrado en los pacientes y sus familias. Evidencia surrealista y paradójica del descomunal gasto en ayuda y asistencia social, con la mezquina y reducida inversión en la prevención, cobertura y calidad de nuestro sistema de salud.
En relación con la lactancia materna exclusiva, solamente leche materna sin ningún otro líquido o sólido durante los primeros 6 meses de vida, se observó que su empleo ha venido creciendo en la última década; para 2012 apenas se ofrecía a uno de cada 7 recién nacidos y en 2022 se registraba que ya uno de cada 3 criaturas recibían esta necesaria lactancia. Pero esta práctica dista aún de alcanzar los estándares internacionales, los cuales deben dedicarse para al menos 2 de cada 3 recién nacidos.
Estas carencias en los primeros meses contribuyen a altos niveles de desnutrición, siendo uno de los principales problemas entre los menores de 5 años, pues casi el 15% de ellos la padecen. Y las condiciones de desnutrición crónica, bajo peso y emaciación, se agudizan en las regiones sur y sureste: Guerrero, Morelos, Oaxaca, Puebla, Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán; con prevalencia en más de uno de cada 5 niños. En comparativo histórico desde 2012, se observa que la desnutrición no ha disminuido. En cuanto a sobrepeso y obesidad se observa un crecimiento sostenido en las últimas 2 décadas, en todos los grupos etarios.
Cerca del 90% de los infantes mexicanos consumen alimentos no recomendables casi toda la semana, con muchas grasas saturadas, así como bebidas azucaradas, botanas, dulces y postres con azúcares añadidos; y más de la mitad de ellos toman el equivalente a una lata de refresco diariamente. Incluso uno de cada 4 bebés menores de 2 años ingieren bebidas azucaradas y refrescos casi a diario. El sobrepeso en niños entre 6 y 11 años ha alcanzado casi el 40%, y es mayor en niños que en niñas. En adolescentes, esta prevalencia rebasa el 40% para todos. Pero sorprende que 3 de cada 4 jóvenes y adultos presentamos sobrepeso y obesidad, con mayor proporción en las mujeres que en hombres.
Sin duda que el origen se haya en la mala alimentación y la falta de actividad física, en la falta de prevención, bajos ingresos y hasta en la baja escolaridad; lo que de manera natural nos encamina hacia problemas más graves, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Entre la población adulta diagnosticada y la que aún no lo sabe, podrían sumar hasta 1 de cada 4 mexicanos con algún tipo de diabetes y uno de cada 3 de nosotros padeciendo ya algún problema cardiovascular. Enfermedades crónicas como éstas pueden revertirse y minimizarse si se detectan en etapas tempranas. Males que merman la riqueza nacional creando un gran boquete financiero en el presupuesto de salud y en el patrimonio familiar.
Tristemente, un muy complicado escenario presente y futuro, para la fuerza laboral, intelectual y económica del país; debido principalmente a riesgos, problemas y debilidades en la salud publica. Pero mayormente a causa del binomio al que convergen, en sus respectivas responsabilidades, la negligencia y abandono institucional con la negligencia y desinterés para cuidar más de nosotros mismos y de nuestros seres queridos. ( drulin@datametrika.com/Investigador Titular, UJAT/Director General, Datametrika Co.)