Una nueva tragedia en las minas de carbón en Coahuila. Diez mineros sepultados sesenta metros bajo tierra y agua.
De nuevo el dolor, la incertidumbre, desesperanza y rabia para madres, esposas, hijos y hermanos de una decena de familias del municipio de Sabinas
Juntos, hombres y mujeres, jóvenes, viejos y niños de esas familias agolpados a veces, diseminados otras, a varios días del incidente, seguían aguardando en las inmediaciones de la boca del socavón Pinabete, alguna noticia esperanzadora. Llorando, rezando y exigiendo la recuperación con vida de sus seres queridos o por lo menos de sus cuerpos
Hasta el momento de escribir estas líneas, inútil ha sido la espera de noticias de parte de las autoridades responsables. Porque estas no tenían tienen más que decir que los trabajos de desagüe continúan y que el rescate comenzaría en el momento en que el nivel del agua sea apropiado y seguro para que los buzos de las fuerzas armadas inicien la búsqueda de los mineros sepultados.
Los mexicanos estamos pendientes de la tragedia. Vemos en los canales de televisión cómo las bombas industriales que han instalado seguridad pública, Conagua, otras instituciones y empresas, extraen metros cúbicos de agua en un desalojo que parece no tener fin.
Ante la cantidad de agua que se sigue extrayendo, el pasado viernes llevó a las autoridades de Seguridad Pública de declarar que será necesario buscar el punto de origen de la filtración.
No es la primera vez que suceden casos el de Pinabete es parecido al sucedido también en este año en Múzquiz que causó la muerte a siete mineros.
En aquella ocasión un productor de carbón de la zona que se negó a dar su nombre, según consta en una periódico, explicó, a partir de su experiencia que cuando se va a explotar carbón en una mina, debe detectarse la existencia de minas vecinas antiguas con agua, para lo cual se requiere levantar una barra de protección de unos 25 metros, que puede suceder que se pique, comience a filtrar, colapse el muro e inunde la zona donde trabajan los mineros.
Después de la tragedia de Pasta de Conchos que sepultó a 65 mineros en el 2006, de los que ni siquiera se rescataron sus cuerpos, la organización civil Familia Pasta de Conchos, que agrupa a familias de mineros de la zona carbonífera de Coahuila, en una investigación que llamó “Carbón Rojo”, en la que dejó al descubierto toda la problemática que enfrentan esos trabajadores, registró que después de esa tragedia 122 mineros han fallecido.
En la misma investigación que entregó a la Comisión Federal de Electricidad, consumidora del total del combustible que se extrae en esa zona, también se menciona que 2012 mineros, han fallecido desde 1818. Y esta historia de dolor y explotación sigue…