*Tenemos el ejemplo de lo sucedido en la post Revolución
*Un intenso trabajo de alfabetización y de las misiones culturales
*Tarea pendiente de la Cuarta Transformación: más comunidad
AL INICIO DEL RÉGIMEN encabezado por Andrés Manuel López Obrador el equipo de Alejandra Frausto, actual titular de la Secretaría de Cultura, editó un pequeño cuadernillo en el que se puntualizaba que "a lo largo de la historia no se ha registrado ninguna transformación social que no haya sido acompañada de una renovación cultural". Yo diría que más bien sería una propuesta de política cultural propia, con objetivos. Así sucedió, por ejemplo, con quienes se pusieron al frente de denominado régimen de la Revolución Mexicana.
Destacadamente es el caso del oaxaqueño José Vasconcelos Calderón, primer titular de Educación Pública del país (1921-1924) y antes rector de la Universidad Nacional (1920-1921). Este destacado personaje acompañó a Francisco I. Madero como ideólogo en la lucha contra Porfirio Díaz, también acompañó brevemente a Venustiano Carranza y finalmente se sumó al general Álvaro Obregón en la revolución triunfante. Se le atribuye no sólo la primera reforma educativa, desde la Universidad Nacional para todo el país en todos los niveles, sino también lanzó el más ambicioso plan de alfabetización. Por supuesto, también de promoción de la cultura: escuelas rurales, edición de libros e impulso al arte.
Sus biógrafos refieren que basó su política en la experiencia de los misioneros que laboraron al lado de los indígenas en tiempos de la Colonia Española. No es casual que en su programa surgieran las llamadas "Misiones Culturales" para cubrir el país y las "Embajadas Culturales" para vincular a los estudiantes mexicanos con sus pares latinoamericanos. Una verdadera revolución en la educación y la cultura. Años después, en 1929, terminó enfrentado a quienes se apropiaron del poder surgido del movimiento revolucionario. Pasó un tiempo en el exilio. Una historia que se repite en otros ámbitos: la autenticidad concluye en la expulsión del nuevo Paraíso.
OTROS INTENTOS
EN DIVERSAS ÉPOCAS, intelectuales mexicanos desde la Universidad Nacional y desde la Secretaría de Educación, intentaron recuperar una experiencia similar a la de José Vasconcelos. Fue el caso, considero, de Jesús Reyes Heroles como titular de la SEP de 1982 a 1985, a pesar de que formaba parte de un régimen anquilosado fue de los ideólogos de avanzada. En ese tiempo se propuso un ambicioso plan de reforma en el sector educativo (descentralización) y de educación y difusión de libros, sobre todo destinado al magisterio. Su proyecto fue contrario al modelo tecnócrata (neoliberal) que en ese tiempo comenzaba a implantarse en el país con Miguel de La Madrid y que tomaría forma con Carlos Salinas.
No resulta casual que el espíritu vasconcelista que podemos encontrar en aquel Reyes Heroles coincidiera con el que también en esos años (1983-1987) puso en práctica el matrimonio González Pedrero-Campos de la Torre en Tabasco. Decía el tabasqueño: la cultura no es parte de la política sino que la política es parte de la cultura. Dicho en otras palabras: la cultura no puede estar subordinada a los políticos.
En el folleto "El poder de la cultura", publicado al inicio del actual gobierno encabezado por López Obrador, el equipo de Alejandra Frausto se comprometía a "escuchar a la comunidad cultural e imaginar juntos el horizonte futuro", al tiempo que destacaban que "la política de la escucha es la mejor práctica para sustituir la política de la visión única y reivindicar el servicio público".
Garantizar el acceso a la cultura de forma equitativa para todos ha sido parte del discurso en las campañas y una declaración de propósitos.
SUMAR ESFUERZOS
POCOS, MUY POCOS gobiernos han puesto realmente la cultura como elemento estratégico del desarrollo de las personas y comunidades. Me parece que es importante escuchar y hacer efectivamente, atender y entender a los hacedores y al público. Recientemente en SIT/Diario Presente realizamos un diálogo –que pretendemos sea parte de otras acciones – para acompañar la discusión y promoción de las políticas culturales desde la sociedad civil.
Este diálogo ha estado acompañado de presentaciones de libros, exposiciones, talleres, promoción de la lectura, entre otras acciones.
Se trata de evitar, como señaló el poeta Lorenzo Morales Malasangre, que la iniciativa del quehacer cultural quede en manos de una élite que no ve al conocimiento como un espacio liberado, sino como herramienta para perpetuar privilegios.
Retomo aquí lo que expresó González Pedrero: "Las tareas de la creación cultural no son, por cierto, trabajos fáciles. Ni dependen exclusivamente de los recursos financieros que se dediquen. Quizá como ninguna otra, la actividad cultural se sostiene e incrementa por la voluntad y el entusiasmo de las personas. De quienes saben que en ella se apoya el andamiaje social: el modo de ver, interpretar y de transformar a la sociedad es cultura, como lo es también el conjunto de valores. La cultura no es un concepto abstracto, ni una práctica aristocrática: es quehacer cotidiano que nos identifica como miembros activos de una colectividad y que, al mismo tiempo, influye en cada uno de nuestros actos".
AL MARGEN
En el más reciente diálogo por la cultura nos acompañaron Jenny Mariel Domínguez Naranjo, Cintli Ariadna Acevedo Rodríguez, Raúl Armando Hernández Glory, Eleazar Valencia Valencia, Ubaldo Bernal Fernández y Juan de Jesús López. En este mismo cierre de año también tuvimos oportunidad de coincidir con Mario Cerino, Kristian Cerino, Jaime Ruiz, Ervey Castillo, Ulises Guzmán, Wilbert Albert, Lorenzo Morales, para los proyectos del 2024. (vmsamano@hotmail.com)