Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador. No se puede admitir la grosera intervención extranjera tratando de vulnerar la figura del Ejecutivo, pero sobre todo que la actual campaña que pretende vincular al mandatario con el narcotráfico, a partir de versiones sin fundamento, es una ofensa para el pueblo mexicano.
Hay, por supuesto, una minoría que no lo considera así y por el contrario utiliza electoreramente declaraciones de presuntos narcotraficantes para tratar de inflar su proselitismo. Lo que tiene que esperarse de los partidos políticos y candidatos, del color que sea, son propuestas para mejorar la vida de los mexicanos.
Ayer el presidente López Obrador advirtió que podría no participar en la Cumbre de Líderes de América del Norte, con Josep Biden y Justin Trudeau. Exige un trato respetuoso, en referencia a los "reportajes periodísticos" de medios estadunidenses que señalan a los allegados al Jefe del Ejecutivo de tener vínculos con el narcotráfico.
Pero al mismo tiempo el gobierno canadiense amaga con volver a implementar una visa para controlar el ingreso de mexicanos supuestamente vinculados "con el crimen organizado".
"Si no hay un trato respetuoso no participo (en la cumbre), además, ya me faltan nada más siete meses (de mandato) y no me gusta viajar mucho", dijo.
En las relaciones diplomáticas entre naciones debe privilegiarse el respeto. Más allá de los cálculos electorales.