Identidad Nacional y la Virgen de Guadalupe (I)

A partir de esa epifanía se empezó a manifestar que la Nueva España dejaba de ser Nueva y dejaba de ser España

Antes de que México surgiera como Nación, el pueblo de nuestro país fue primero guadalupano. A pesar de los prejuicios liberales del siglo XIX y la irreligiosidad de algunos, la Virgen de Guadalupe ha sido uno de los símbolos prístinos y medulares que dieron origen a la Nación mexicana.

A partir de esa epifanía se empezó a manifestar que la Nueva España dejaba de ser Nueva y dejaba de ser España. Ya a mitad del siglo XVII se manifestaba de manera clara el proceso histórico en que la "Nueva" España se destetaba del seno de la "Madre" Patria. Paradójicamente quien succionaba y se nutría en esa relación de explotación metrópoli-colonial era la madre, mientras el "hijo", explotado y saqueado, languidecía de anemia.

Y una de las expresiones en ese destete fue la Virgen de Guadalupe: era ésta la expresión de una naciente y nueva identidad en que lo indígena y lo español perdieron su pureza como tales y terminaron por fusionarse. La Virgen de Guadalupe, sagrada hoy para millones de mexicanos, no es ni puramente indígena, ni puramente europeo; de ese sincretismo, mestizaje, surgió el germen que maduraría luego como la Nación Mexicana.

Fray Bernardino de Sahagún nos dice que dentro de las divinidades que adoraban los antiguos mexicas, estaba la diosa Cioacóatl, "mujer de la culebra" a quien llamaban también Tonatzin, es decir "nuestra madre".

Nos dice que: "En estas dos cosas parece que esta diosa es nuestra madre Eva, la cual fue engañada de la culebra, y que ellos tenían noticia del negocio que pasó entre nuestra madre Eva y la culebra". Nos dice que los antiguos mexicanos celebraban solemnes sacrificios en tres o cuatro lugares cerca de los montes. "El uno de estos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama Tepeaca, (Tepeyac), y había un templo dedicado a Tonantzin, nuestra madre.

Tanto Clavijero como Torquemada coinciden con las afirmaciones de Sahagún y afirmaban que a esas ceremonias del Tepeyac concurrían grandísimos gentíos de muchas leguas a la redonda a venerar a la diosa Tonantzin.

Y afirmaban que precisamente en el cerro del Tepeyac se dio la "aparición" de la Virgen María de Guadalupe. Sobre los santuarios indígenas, dice Jacques Lafaye, "se operó el sincretismo entre las grandes divinidades del antiguo México y los santos del cristianismo, y el ejemplo notable es el que ofrece el cerro del Tepeyac, lugar de peregrinación de Tonantzin-Cihuacóatl y luego de Nuestra Señora de Guadalupe".

Francisco de la Maza en su libro "El Guadalupanismo mexicano" afirma que el primer libro impreso sobre la virgen de Guadalupe, titulado Imagen de la Virgen María de Dios de Guadalupe, apareció en 1648. Miguel Sánchez, autor del libro, nos dice que la conquista de esta tierra era porque en ella había de aparecerse María Virgen en su santa imagen de Guadalupe.

Estos historiadores y cronistas, educados en la Edad Media, todo lo explicaban en términos teológicos: afirmaban que el descubrimiento y la conquista lo dispuso Dios para que en las tierras descubiertas apareciese y floreciese la virgen María de Guadalupe, la madre de Dios. Teólogos de la época como Lasso de la Vega veían en este acontecimiento la aparición de la segunda Eva con el fin de crear un nuevo Paraíso. (Este texto fue publicado originalmente en diciembre de 2021, se reproduce a petición del autor a quien le deseamos un pronto restablecimiento.  Continuará)