Dos semanas después de haber perdido por casi cien mil votos la alcaldía de Centro en la jornada electoral del dos de junio, el excandidato del PVEM, Humberto de los Santos Bertruy, salió a descalificar ese resultado y afirmar, con falsedades, que el triunfo de Yolanda Osuna, candidata de Morena, es ilegítimo.
En el programa radial más escuchado en el cuadrante local, siguió los pasos de otros malos perdedores que no digieren su apabullante derrota. "Me arrebataron el triunfo", vociferó el exalcalde de Centro sin aportar ni una sola prueba, solo sus dichos, los cuales no tienen ningún valor probatorio.
Es más fácil echar culpas y alegar presuntas irregularidades, como la compra del voto, un pretexto muy recurrente de la oposición, que asumir su propia responsabilidad del resultado adverso.
Su candidatura no cuajó en el ánimo del electorado. La gente sabía quién era y lo que hizo como gobernante de Centro. Fue un pésimo presidente municipal. Su gestión mereció la reprobación unánime de los habitantes del municipio.
Ellos optaron por la reelección de Osuna Huerta para dar continuidad a su gestión como alcaldesa. La refrendaron su confianza por haber tenido un buen desempeño en el cargo, de otro modo no hubieran votado por ella.
Ganó con holgura las elecciones el dos de junio, de manera limpia y legítima. Según el PREPET, obtuvo 140 mil 506 votos contra 45 mil 275 de su rival del PVEM. Por ello resulta irrisoria la declaración de los Santos Bertruy de que el gobierno y Morena se gastaron mil millones de pesos en la compra del voto.
Es una afirmación temeraria e irresponsable sin ningún sustento. Él mismo acepta que no tiene modo de probar esa "estafa política" de la que se dice víctima; lo único que tengo, dijo, "es la palabra de los ciudadanos". Es fácil decirlo, probarlo es lo difícil.
Está más que claro que aquí el único estafador es él por mentir de manera flagrante para eludir su propia responsabilidad. Los ciudadanos de Centro, simplemente le dieron la espalda en las urnas.