La sociedad contemporánea vive en permanente convulsión; sacudida, conmocionada, no solo por la gran ola de violencia que acecha su paz, sino también porque la turbulencia informativa que propicia el mundo hiperconectado nos deshumaniza al extremo. Nos despojamos de la sensibilidad por la falsa idea de que nos vuelve débiles y sustituimos un momento de soledad por el ensordecedor bullicio.
Nos hace falta leer poesía. Si promoviéramos que esto se hiciera entre nuestros niños y jóvenes, seguramente construirían recintos en su interior para que sus almas pudieran pastar serenas y liberar la sensatez. Mi hipótesis es que, gracias a la poesía, somos capaces de reconocernos y quebrantar la forma obediente de pensar que buscan imponernos los medios modernos y las redes sociales.
Esta afirmación no podría ser más pertinente en un día como hoy (*), que conmemoramos 123 años del natalicio de Carlos Pellicer Cámara, poeta de reconocido renombre internacional, de quien los tabasqueños deberíamos sentirnos orgullosos. Hombre de gran estirpe literaria, le cantó a toda América y, como escribió Gabriel Zaid, "nos dio ojos para ver la hermosura de lo concreto, la alegría de estar vivos y la humildad para aceptar nuestros límites".
Pellicer escribió un poema titulado precisamente “Poesía”, y en algunos de sus versos dice:
Poesía, verdad de todo sueño,
nunca he sido de ti más corto dueño
que en este amor en cuyas nubes muero.
La poesía, pues, no solo es símbolo de la creatividad y expresión que teje lazos entre las culturas. Muchas veces la voz poética contribuye a recuperar la confianza ante la adversidad y devolvernos la esperanza.
Mi recomendación es que, como dijo el poeta mexicano David Huerta, leamos o escribamos poesía. “Si no lo hacemos, no pasa nada, desde luego; pero inevitablemente viviremos una vida limitada, gris y desabrida”. (Texto escrito en enero de 2020, por tal razón se refiere a los 123 años del nacimiento de Pellicer; como sabe el lector, este 2022 se conmemoran los 125 años)