Hasta siempre señor Presidente. Gracias

Lo recurrente cuando se hablaba de política en casa era escuchar sobre el PRI como gobierno en el país y en prácticamente todos los Estados del país

Hoy en día es muy fácil para casi cualquier persona decir que siempre apoyó al paisano Presidente Andrés Manuel López Obrador, sobre todo ahora que es innegable e indiscutible los logros alcanzados durante los 6 años de su administración, de la que podría decirse -entre otras cosas- que desde el primer día estuvo tomando decisiones que le dieron forma al golpe de timón que el país necesitaba con urgencia. En lo personal me resulta inconcebible que haya personas que nieguen lo que está a la vista, ¿cómo pueden negarlo y ser tan asquerosamente majaderos y críticos con un hombre que ha mostrado con creces que lo que siempre dijo en el discurso fue exactamente lo que llegó a hacer al gobierno? ¿Cómo puede ser que se vuelvan voluntariamente ciegos y sordos? Tengo en mente algunas teorías, entre ellas, la envidia que les corroe hasta la médula, pero no deseo explorar eso aquí.

Nací en diciembre de 1972, como cualquier niño no tenía conciencia de lo que sucede alrededor, pero crecí un poco y -sin recordar la edad-, los temas recurrentes de conversación en casa incluían una combinación de lo económico y lo político, seguramente como en varios hogares; por aquellos años mi padre deja un trabajo prometedor pero poco remunerado y entraba a trabajar a la paraestatal Petróleos Mexicanos, en donde finalmente fallece en aquella explosión ocurrida un 26 de julio de 1996, después de casi 20 años de servicio a la empresa.

Lo recurrente cuando se hablaba de política en casa era escuchar sobre el PRI como gobierno en el país y en prácticamente todos los Estados del país, no había más, una pequeña disidencia u opinión distinta era no solo mal vista, sino podía ser motivo de problemas laborales, había que estar con el régimen, esa era la constante, a donde quiero llegar es que crecí con la idea de que eso sería así siempre, que era imposible que las cosas fueran distintas o que alguien diferente llegara alguna vez al poder, era  impensable e intentar trazar un camino para ello era una locura, mucho más para alguien con pocas posibilidades como el que escribe; mientras eso transcurría en mis pensamientos, el golpe de realidad decía que era necesario seguir estudiando y trabajando no había tiempo para nada más. Hoy las cosas son distintas, hoy una gran mayoría en el país está contenta, tiene expectativas, su situación económica ha mejorado considerablemente y datos estadísticos corroboran que 9 millones de personas salieron de la pobreza. ¿Cómo puede ser que eso no sea motivo de estar contentos, incluso los opositores?

La hegemonía de la marca PRIísta nos hizo convencernos de que así sería siempre, eso sí era forzar un pensamiento único, eso sí era una dictadura de facto, que conforme pasaban los años se fortalecía cada vez que había comicios para elegir nuevo presidente; pero la "marca" llámese presidente en turno y por lógica la dirigencia nacional de ese partido "se convenció" a fuerza de las presiones sociales por la aparición de distintos movimientos de resistencia que "debían permitirse" elecciones libres -que nunca lo fueron con ese régimen en el poder- y eventualmente la posibilidad de una transición, así es como llega el guanajuatense hoy expresidente Vicente Fox y su posterior correligionario Calderón, el pensamiento único no se había ido, seguía instalado en las más altas esferas del poder, solo se había expandido un poco para cobijar a quienes son igual de corruptos; al paso del tiempo nos dimos cuenta que la "marca" se había ampliado para destaparse por fin como la epítome del pensamiento hegemónico conservador, una mixtura resultante de intereses comunes pero no por el país, sino de particulares y de grupos que para ese momento ya estaban enquistados y aferrados al poder como un cáncer, por pequeños instantes aparentemente opuestos pero al tiempo de "acuerdo", todo con el argumento "por el bien del país", más bien por el beneficio de todos ellos. Mientras tanto el verdadero pueblo observando.

Hoy la realidad es distinta, por más que se empeñen e insistan en decir que ahora impera el pensamiento único, cosa totalmente falsa, lo cierto es que más de 36 millones de ciudadanos de todo el país, todo estrato social votamos por la hoy presidenta electa, convencidos además de que el proceso de transformación pacífica iniciado en el país por el movimiento encabezado por el paisano -aún presidente- Andrés Manuel López Obrador, es lo que necesita el país, no queremos de regreso nada que estorbe o detenga el proceso de transformación en el que estamos inmersos como país, como bien dice el presidente "vivimos momentos estelares en la historia de nuestro país".

Cierro aludiendo a mi expresión inicial con algo que escribí en junio de 2013 "...hay quienes se definen como de izquierda, pero lo único que tienen un poco a la izquierda es el corazón; se requiere una visión distinta de país...". La manera como nos expresemos de nuestro presidente y de nuestra presidenta electa refleja qué tanto amamos a nuestro país y a quienes nos rodean, representa el tipo de persona que somos y exhibe nuestros más íntimos pensamientos, aunque no los digamos, expone en concreto cómo somos.

Uno aprende a qué lado de la historia estar cuando miras quiénes están del otro lado, así de sencillo, por convicción real y no acomodaticia. (Catedrático universitario)