El virreinato de la Nueva España llegaba hasta Alaska, en el norte, latitud en la que aún existen pueblos y puertos que conservan su nombre castellano. Y en el sur, hacía la frontera con el Virreinato de Santa Fe, Colombia, incluyendo Costa Rica, ya que Panamá era un departamento de Colombia.
Inicialmente se estableció la Audiencia de la ciudad de México, como un tribunal de segunda instancia para moderar el poder de los virreyes, y el Virrey residía en la ciudad de México, y posteriormente se creó la Audiencia de los Confines el 13 de septiembre de 1543 con residencia inicial en Honduras y trasladada después a Panamá donde tampoco funcionó.
El 13 de febrero de 1548 se crea la Audiencia de Guadalajara y el 13 de septiembre de 1568 se restablece la Audiencias de los Confines, ahora con el nombre de Audiencia de Santiago de Guatemala, todas ellas como parte del Virreinato con sede en la ciudad de México.
Con el pronunciamiento de Del Riego en España se restablece la Constitución de Cádiz, en el llamado trienio liberal 1820/1823. Uno de los Decretos de las Cortes, declara a Chiapas, provincia del Virreinato, independiente de las Capitanía de Guatemala.
En estas condiciones, llegamos a la independencia de México y el 21 de agosto de 1821, antes de su consumación, el Ayuntamiento de Comitán se declara independiente de Guatemala y se adhiere al Plan de Iguala por la independencia de México, y todas las provincias centroamericanas declaran su unión a la naciente república y envían diputados al Congreso recién creado.
La única provincia que se declara contraria fué El Salvador, teniendo que ir el General Filisola desde Ciudad Real (San Cristóbal de las Casas) para someter a los salvadoreños.
Al caer el efímero imperio de Iturbide en marzo de 1823, Guatemala liderea la independencia de las provincias centroamericanas y es el propio Filisola quien convoca a un congreso centroamericano para que decidan su destino. Este congreso, al que asisten solo diputados guatemaltecos y salvadoreños se reúne el 1 de julio de 1823 y declara la independencia de las provincias ístmicas, creando la también efímera Provincias Unidas del Centro de América o Estados Federados del Centro de América, que al año siguiente se llamarían República Federal de Centroamérica, de fugaz existencia. Chiapas no envía diputados a este congreso, por lo que no es parte de esas decisiones.
Diputados guatemaltecos y nicaragüenses eran vicepresidentes y secretarios del Congreso Mexicano y piden permiso para regresar a sus países y asistir a este congreso. Las provincias centroamericanas, sin la participación de Chiapas, declaran su independencia de México, que no de España.
Posteriormente en Chiapas se realiza un plebiscito, en que reafirman su mexicanidad, por lo que es equivocada la celebración de la mentada Anexión de Chiapas, que nunca existió, pues siempre fue mexicana y reafirmó su mexicanidad.
Durante 10 años la provincia menor del Soconusco, se convirtió en una tierra de nadie, en la que incluso rebeldes guatemaltecos se refugiaban en el Soconusco, donde no gobernaban autoridades mexicanas ni guatemaltecas, hasta que el Gral. Santa Anna envió tropas al río Suchiate marcando la frontera definitiva entre los dos países.
Guatemala mantuvo una reclamación sobre supuestos derechos sobre Chiapas, litigio que terminó al firmarse el Tratado de Límites México-Guatemala del 27 de septiembre de 1882, debidamente ratificado conforme a las Constituciones de ambas naciones, y que en su Artículo Primero dice "La República de Guatemala renuncia para siempre los derechos que juzga tener al territorio del Estado de Chiapas y su distrito de Soconusco, y, en consecuencia, considera dicho territorio como parte integrante de los Estados Unidos Mexicanos."
Heredamos un inmenso territorio de más de cinco millones de kilómetros cuadrados, en otros tiempos de más del doble de ellos, un legado cultural envidiable, e inagotables recursos y riquezas, que no hemos sabido conservar y menos acrecentar.
Las discordias y enfrentamientos, la corrupción y la impunidad, los fueros aparentemente erradicados en el siglo antepasado, permanecen de alguna manera, simuladamente. Las malinches, los Almontes y los Miramones, los Labastida y Dávalos, siguen presentes; Salinas, Fox, Calderón, y marionetas como Xochitl siguen destruyendo y entregando lo que queda de este maravilloso país. ¿Y los mexicanos, que hacemos? Gandhi decía: "Lo más malo de las cosas malas que hacen la gente mala, es el silencio de la gente buena".
Pero nos consuela la sentencia del poeta: <