Hemos enumerado algunos de los pasos para una política pública que verdaderamente sirva al pueblo. Son principios lógicos que se aplican a cualquier decisión en la vida: identificar peligros reales y potenciales; pronosticar la evolución de los riesgos identificados; decidir la acción de uno mismo y ejecutar esa acción con cuidado y decisión.
Mencionamos la importancia de comprender el problema y de hacer su análisis públicamente, frente al pueblo. Cuidarse de no improvisar, porque existe la mala costumbre de considerar que la planeación y el análisis es un estorbo, cuando por el contrario ayuda a hacer las cosas bien y considerar acertadamente los costos.
También es importante ENCONTRAR SOLUCIONES VIABLES mediante el análisis de lo posible, de tal manera que el proyecto siempre se encuentra ubicado en todos sus aspectos dentro de su frontera de posibilidades. Estas soluciones incluyen no sólo las físicas y técnicas, ya en sí un trabajo considerable, sino también la solución financiera no sólo para la construcción sino también durante el ciclo largo de vida del proyecto.
Aquí, el cortoplacismo nacional apoya el fracaso del proyecto, mediante una atención excesiva en la inauguración del proyecto que posteriormente a este punto álgido para el Modelo Imperial ("¡qué vea el pueblo cuánto hemos hecho por ellos!") normalmente languidece en el abandono oficial, ya que no hay premios evidentes bajo ese modelo para llevar el proyecto a su objetivo de servir al pueblo, objetivo esencialmente ausente en el modelo referido.
JERARQUIZAR LAS SOLUCIONES POR CRITERIOS DE RACIONALIDAD (o sea de proporcionalidad). Aquí, el proceso democrático revela su inmensa superioridad sobre el personalista encarnado en el gobernante imperial. Hablan todos los interesados y hacen valer sus puntos de vista. Tienen las cortes neutrales para apoyarse en casos de una injusticia manifiesta; pueden solicitar consultas al pueblo afectado; las universidades y centros de investigación, así como las instituciones ciudadanas sostenidas por el dinero del pueblo directamente mediante aportaciones, podrían señalar el error siendo promovido y guiar al pueblo afectado; pueden ir a los medios de comunicación no maiceados por el dinero gubernamental y tener un eco de sus planteamientos justos; y muchas otras maneras que dan una patada al tablero imperial e impopular cuidadosamente montado por el gobernante imperial.
Existen proyectos impopulares también en las democracias más avanzadas, pero están severamente cuestionados y casi seguramente modificados si no inmediatamente, mediante el consenso electoral en pocos años. Son sociedades que se autocorrigen mediante la retroalimentación, y hay caminos disponibles para ello, no como el nuestro que ha pasado de un desastre al siguiente sin la mediación del pueblo, y sin la autocorrección indispensable para un proceso generalmente imperfecto e incompleto que requiere ser perfeccionado y completado por personas honradas, capaces y valientes, siempre dispuestas a anteponer el interés colectivo por encima del personal.
MARCAR LA RUTA CRÍTICA HACIA EL LOGRO DE LA SOLUCIÓN. Normalmente un proyecto cuenta con varias opciones. Se podrán reducir dichas opciones, agrupándolas y eliminando a las de menor importancia para concluir con dos alternativas para cada parte o etapa del proyecto. Así, el gobernante cuenta con un menú de opciones de donde seleccionar a la recomendada. La creencia que nuestros gobernantes han querido difundir que son verdaderos expertos en todo, incuestionables por meros mortales sin poder, es una de las trampas mejor construidas para hacer fracasar a nuestro desarrollo.
Esto, desgraciadamente ocurre en muchos países. Porque el modelo imperial, contrario al democrático, exige una conducta frívola que es correspondida con una respuesta mansa de un pueblo sometido. Pero, se puede cambiar. Hay otros mecanismos de mejora además de los mencionados. (EL AUTOR ES DOCTORADO EN ECONOMÍA POR LA UNIVERSIDAD DE PENNSYLVANIA, 1971. COLABORADOR DE DIARIO PRESENTE * Centro de Estudios e Investigación del Sureste AC)