MIRO UNA FOTOGRAFÍA. En ella reconozco parte de mi pasado. Un viejo amor. Una ciudad en la que sus edificios y casas están hechos de ladrillos rojos. Una mujer desnuda posa para un fotógrafo que está de espaldas. Una luz parece desprenderse de esa desnudez eterna. Es fotografía de un sueño.
EL NIÑO TIENE 7 AÑOS y entra a un cuarto como bodega. Le gusta entrar allí. Se pone a mirar una cosa u otra, entre tanto. Un teléfono de disco, libros viejos, un sombrero de fieltro, una guitarra con cuerdas rotas. Y entre más cosas, descubre un álbum de fotografías. "Aquí debo de estar en fotos", dice él. Lo hojea y mira rostros de personas en distintas edades. Son quienes fueron. Identifica cierto parecido entre facciones, estaturas, color de piel y ojos. Pocas fotografías son en blanco y negro.
MIRO UNA FOTOGRAFÍA. Soy Juan. Tengo 60 años. Acumulé tantas fotos. Y me he impuesto el reto de seleccionar una como si fuera la única que me importara. Hay de todo tipo. Sí, como un concurso. Son cientos de paisajes, bailarinas, amigas, novias, edificios. Cactus y flores. Árboles. Y hago una preselección de diez. Y entre ellas he de seleccionar una. Y me digo: sea mi memoria de piel el jurado único. O sea el corazón.
DEBIÓ SER COMÚN quedar entre algunos en la fotografías de grupo, sea escolar o de familia, y hubieras querido estar en otro lugar de la misma. Y por alguna razón quedaste cerca de, y lejos de. Nada es casual. Ya algunos están muertos. Otros son ancianos sin sueños. Algún desaparecido por voluntad, que se alejó para nuevos ambientes, otra vida. El pueblo no es otra cosa que asentamiento de fantasmas, logró decir, alguien escuchó y lo dijo. Se le recuerda bien. Escudriñas en las miradas fijas en las fotografías.
EN ALGUNAS PAREDES donde se ponían fotos o en los álbumes como libros, se podía ver la fotografía de un cadáver, sea de hermano, tío o padres. Era la costumbre. Era el saber que sería la última imagen que se tendría del difunto. De allí nunca más. Quizá por eso me gusta acercarme al ataúd cuando voy a velorios. Y miro con detenimiento el rostro de la persona que yace allí. Y sé que será la última imagen. A veces parece que duermen. ¿Y si en realidad duermen?
SÍ, UNO HACE EL EJERCICIO de selección. ¿Qué fotos prefiero ver? En primera de ancianos, en segunda de parejas jóvenes. Me parece que representan lo mismo. Estos que están aquí son, y decimos los nombres. Y recordamos que uno de ellos murió primero. Y a continuación miramos a la persona que le sobrevivió. Y sea que esté sola. Sea que esté con sus hijos. Sea que esté con otro pareja. Vivió unos años más y también murió.
DA RISA CUANDO se dice que los novios de las hijas, y las novias de los hijos, los acomodemos en un extremo de las fotografías, por si luego dejan de serlo, se facilite el eliminarlos. En otro escenario, se miran fotografías de políticos checos, donde en la original aparecía alguien más, luego eliminaron a uno, por convertirse en enemigo de la mentira, amigo de la verdad siempre sostenida, y queda el hueco. Ahora es más fácil.
ME DA POR IMAGINAR que todos nosotros somos fotografías con movimiento. Me da por pensar que a lo mejor somos fotografías fijas y que nos engañamos que tenemos movimiento. La ropa es una fotografía superpuesta a la desnudez. Miro una fotografía de manera recurrente. Y logro hacer que la fotografía me mire a mí como si yo fuera fotografía. Y ambos reímos de manera alternada. Solo que algunas veces coincidimos, en la risa, cuando las almas desnudas cantaban.
MIRO UNA FOTOGRAFÍA donde no estamos. La imagino. ¿La rompiste?, me pregunto, me preguntan. ¿Es esta? Hay reproducciones. No, no es, digo. Imagino a la anciana mirar la belleza de cuando joven. ¿A poco eres tú abuela? Te pareces a "Tongolele". No, se parece a Nahum Ollín. Joven promesa del cine mexicano. Les cuento que de muchacha me ofrecieron salir en películas. Pero mis padres no me dejaron. ¡Cuerpazo que tenía!, dice el abuelo. Lo sigo teniendo, dice ella. Y siempre que se sueña ella misma, se sueña joven.
BUSCA FOTOGRAFÍAS. Compra fotografías. Como si fueran piezas de un rompecabezas. No recuerda nada. Solo que sonríe ante una fotografía. Y se gratifica en el recuerdo, recordándose lozano. Vibraciones viajan en el espacio y nos encuentran. Se les llama recuerdos, se les dice nostalgia. Un pozo de agua es el futuro.