NO SÉ SI EL PENSAR como lo conocemos inicia con el nacimiento y termina con la muerte. Aunque esto último en el individuo concreto aventuro a decir que sí termina. Pero el pensar es lo que nos brinda en la existencia la dulzura o amargura del vivir. Si la vida es efímera y fugaz, en esa fugacidad, nos ayuda a vivir una existencia plena el buen pensar, de tal manera que podamos decir que "la vida es bella", con sus asegunes. Es decir que entre instantes maravillosos, prisas, toma de decisiones, preocupaciones, y tantas cosas más, la vida es maravillosa. Para ello se requiere entonces que nos preocupemos por el bien pensar.
ESA ES LA IMPORTANCIA de comprender y manejar bien el concepto de "enseñar a pensar". ¿Y cómo vamos a enseñar a pensar en las escuelas de educación básica? No es fácil, ni difícil. Muchas de las actividades que se realizan ya van en ese sentido. Solo que al ser aisladas, no entendidas como parte de una estrategia general en el cumplimiento del objetivo preciso de enseñar a pensar, se realizan de manera no estructurada. Aventuro a decir que son cuatro actividades fundamentales, aunque podrían ser más. Estas cuatro son: a) Leer; b) escribir, c) hablar, y d) escuchar.
ENUMERADAS ASÍ, se mira fácil, y bien comprendidas, lo es (fácil). Leer, escribir, hablar, escuchar. Si leer y escribir lo aprendimos en la primaria, específicamente en primer grado y a más tardar en segundo, y a hablar y escuchar, aprendimos en casa, entonces ¿podría decir que ya la hicimos? No. Porque el cerebro, como músculo y como los otros músculos, si no se utiliza se atrofia. Entonces hay que estarlo ejercitando: leyendo y escribiendo como hábito. Y hablando y callando (para escuchar) asimismo como hábito. Es decir, con práctica permanente. Así como el deportista que quiere sobresalir tiene que estar metido de lleno en los entrenamientos. Aún si es solo por salud, debe ejercitarse unos 40 minutos diarios.
¿ES DIFÍCIL RELIZAR esas cuatro actividades de escribir, leer, hablar y escuchar en la escuela, como prácticas del pensamiento? No. De hecho se realizan mediante las actividades de cada materia. Solo -y he allí el detalle, diría Cantinflas- que se centran en que el niño aprenda más conocimientos, sea que los digiera, los trague o solo los acumule para presentarlos en examen y luego los olvide. ¿Y entonces?
"LA NATURALEZA ES SABIA", nos decía un viejo maestro -Vicente Cevada Vera- en la escuela Normal de Matamoros. Y agregaba: "los niños aprenden aunque tengan malos maestros". Y cierto. El niño va aprendiendo a pensar como aprende a caminar. Porque la capacidad de pensar es innata a los seres vivos. Y puede ser que más en el ser humano. Entonces en el aula esas cuatro actividades ya se realizan. Solo que -y esto es a mi parecer importante- si se hacen de manera consciente, entonces se logran mejores resultados, que debieran ser, o como se le llama "aprendizaje esperado": leer con gusto hasta llegar al hábito; escribir con control pleno de las palabras e ideas (incluyendo buena ortografía), hablar con propiedad, de manera clara, lógica y sin redundancia; y escuchar con atención, es decir comprendiendo lo que su interlocutor va diciendo. Además de comprender el valor del silencio de la misma importancia que la palabra. Es decir, saber cuándo hablar y cuándo callar.
QUE TODOS LOS NIÑOS participen, hasta los más nerviosos y callados. Estos no a la fuerza, sino motivados y a motivarlos cuando participan breve y aunque se equivoquen. Que todos participen en homenajes. En uno unos y en otros otros, aunque los más nerviosos y callados lean lo que van a pasar a decir. Que en la participación de equipo expongan todos. Que se promueva la lectura libre, esa que se lee por gusto. Que buena disciplina no se entienda con estar todos callados, que ni mosca se escucha. Que si ya terminó un trabajo y está platicando, se les deje, no se les calle. Este punto y el anterior del texto he de desarrollarlo en otro más a detalle. Quede aquí solamente esbozado.
DECÍA JOSÉ SARAMAGO: los doctores recetan hacer ejercicio para la salud. Pero no he sabido que receten leer (y escribir) como ejercicio para la salud del cerebro.