LA OPOSICIÓN política requiere cirugía mayor. También lo requerirá, pero por otros motivos, la coalición variopinta que está en el poder. Pero la oposición, si busca ser competitiva, debe pensar cómo rehacerse después de las derrotas electorales en 2018 y 2024. La 4T, Morena y aliados, tienen de su lado la concentración del poder constitucional. Aparte, claro, de todas las ventajas que ofrece encabezar el sistema.
¿Qué sigue?
Hay analistas que exigen a la oposición liderazgos carismáticos, propuestas nuevas y unidad. En chino: el carisma no se da en maceta, las propuestas van a remolque de la agenda 4T y la unidad no llega, pues varias agrupaciones tienen agenda propia y construyen opciones partidistas, además de las existentes (PRI-PAN-MC).
¿Entonces? Ni carisma, ni propuestas, ni unidad.
DEL ACUERDO NO ME ACUERDO
LAS REGLAS de competencia se pactan con reformas electorales. Es vital generar consensos vía negociación seria. Objetivo: fortalecer la competencia, no debilitarla. Así se logra legitimidad del poder, como expresión de la soberanía popular.
El artículo 41 constitucional, fracción I, párrafo 2, dice: "Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre secreto y directo". Si los partidos no se ponen de acuerdo y ´rechazan todo´, queda en riesgo "la participación del pueblo en la vida democrática". Nadie quiere cauces no republicanos, ¿o sí?
En el México moderno fue largo y sinuoso el camino de normalidad democrática. Se concretaron reformas electorales en 1964, 1977, 1987, 1990, 1993, 1997, 2007 y 2014. La primera reforma se produjo cuando el PAN retiró a sus 6 diputados del Congreso federal, en protesta "por fraude en la elección presidencial de 1958". El PRI quedó sin coartada opositora. Se introdujo así la figura de diputados de partido, antecedente de legisladores de representación proporcional. En 1977 la reforma integra partidos de izquierda que dejaron la clandestinidad y optaron por la vía institucional, especialmente el Partido Comunista. En 1987 la reforma busca controlar el avance democrático regional: norte, bajío, centro/sur. El sistema de partido hegemónico se agrietaba. La desigual elección de 1988, con caída del sistema electoral, probó insuficiente la reforma/1987. Desde 1990 se buscaron reglas generadas por consenso, para "desarrollar un sistema de partidos más competitivo, abierto y plural". Ese objetivo no se cumplía: cláusulas de gobernabilidad, recursos máximos para ganadores, propaganda oficial según porcentajes de votación, desnivelaban el piso democrático.
Hubo reformas electorales frecuentes en la llamada transición democrática 1987-2000: 4. Aunque se advierte un vacío que va de 1997 a 2007, lo que ´abonó´ a la elección presidencial más polémica: 2006.
¿Qué sucedió?
REFORMAS, O TE DEFORMAS
EL ASESOR parlamentario Reyes Tépach Marcial, presentó al Congreso en 2004 el documento "La reforma electoral en México en materia de financiamiento público al sistema de partidos políticos". Describía la iniciativa de reforma propuesta por el entonces legislador Manuel Camacho Solís, de vocación negociadora reconocida. El objetivo era "encontrar mecanismos para minimizar el financiamiento público del sistema de partidos políticos de México, sin poner en riesgo su óptimo funcionamiento; así como proporcionarle al máximo órgano electoral del país instrumentos jurídicos para que perfeccione su función de fiscalización y rendición de cuentas". En 2007 se incluyeron, por fin, puntos de la iniciativa Tépach/Camacho, ya inmerso el país en la polarización 2006. La reforma 2007 llegó tarde. Pudo implementarse en 2003 o 2004, para evitar el choque político.
Una cita del documento reforma/2004 plantea urgencias republicanas: "en la actualidad los procesos electorales federales en México presentan la particularidad de ser largos y onerosos para las finanzas públicas del país, además la carencia de regulación en las precampañas ha hecho inequitativo y difícil de fiscalizar esta etapa, asimismo, el principio constitucional de la equidad electoral también se ha violado porque partidos y candidatos han instrumentado mecanismos sofisticados que dificultan el trabajo de fiscalización y rendición de cuentas de los recursos utilizados por los partidos y/o candidatos". Si se añaden violaciones a la ley, como la contratación de publicidad privada para atacar a un candidato ("López Obrador, un peligro para México"), era inevitable el desencuentro entre el PAN que se dijo ganador (´haiga sido como haiga sido´) y la izquierda agraviada en su lucha institucional pacífica. La historia reciente puso las cosas en su lugar. De cualquier modo, en 2025-2026 quizás hay que construir consensos para no serruchar el piso de la democracia: una reforma electoral con ajustes al INE, a recursos partidistas y a la operatividad. No debe ser tan caro ejercer el derecho ciudadano. ¿Quieren los partidos hacer más con menos? Ya veremos.
(vmsamano@hotmail.com)