* Protagonismo, liderazgo y datos: parámetros con niebla.
* Arropar proyectos y estrategias: ¿quiénes cuidan al cuidador?
* Reajustes y urgencias: agendas y verificación de lo dicho.
“EL QUE SE AFLIGE, afloja, y no nos vamos a afligir”, reiteró el presidente López Obrador en los momentos más candentes de la lucha contra el robo de combustibles. Ha sido una de sus frases recurrentes frente a la presión o la crítica. De la misma forma que ha retomado uno de los aforismos de Jesús Reyes Heroles (padre), en el sentido de que “todo los que resiste, apoya” (6 de febrero, 2019).
A sus colaboradores les recomienda escuchar al pueblo, atender la crítica y distinguirla según los intereses que defienda. De “los conservadores” y “neoliberales” sostiene que “callaron como momias” durante los sexenios recientes. Sin embargo también reconoce que ningún cuestionamiento es improductivo. “Ayúdenme”, es el exhorto en las asambleas públicas para que las cosas se hagan bien.
NO HAY DUDA que los primeros obligados en atender y entender el proyecto de la Cuarta Transformación son sus colaboradores más cercanos, y en segundo término los simpatizantes y militantes de Morena. En particular los miembros del gabinete deben mantener el paso o apretarlo, para no quedarse rezagados, para no ser una carga. Recordemos que AMLO no acostumbra a detenerse.
Una señal de alerta. En varias ocasiones, el Presidente ha tenido que rectificar mensajes que ha dado como ciertos. Le ocurrió con el presupuesto universitario, el combustible comprado en EEUU, el desabasto de gasolina en el centro del país, las declaraciones 3 de 3 de secretarios de Estado y la devolución de impuestos que pidieron ex accionistas del Grupo Modelo.
¿Qué ocurre? Como concentra anuncios gubernamentales en las conferencias mañaneras, de lunes a viernes, las prisas atrapan a colaboradores que –según se observa- le pasan datos incompletos.
A dos meses de iniciado el gobierno de la 4T, quizás necesita reajustarse el innovador esquema de comunicación social, con el Presidente que responde preguntas de todos calibres. Ya se ha exigido mayor precisión en los datos que recibe AMLO. Se observa a un Presidente que defiende a capa y espada a sus colaboradores, mientras que algunos no suman a la credibilidad de AMLO (90% de aprobación en dos meses de gobierno). Que el Presidente defienda a su equipo más cercano es justificable en determinada coyuntura, pero no puede ser la constante. Por ello, el gabinete de AMLO tiene que mejorar el nivel de sus intervenciones y los datos que ofrecen.
Javier Jiménez Espriú, secretario de Comunicaciones, fue el primero en romper la vajilla con varias contradicciones en torno al proyecto del nuevo aeropuerto. Del traslado de contratos de Texcoco a Santa Lucía (que no era automático) se pasó a la construcción de la obra por el ejército. Muchos malentendidos se evitarían si la información se procesara mejor, meditando pros y contras antes de lanzarla al espacio público.
También hubo resbalones en los datos disponibles de la cruzada contra el robo de combustibles (huachicoleo). Faltó que los operadores explicaran la temporalidad elegida para la estrategia (diciembre/enero, meses de consumo de gasolina por arriba del promedio), ni el estatus jurídico de los detenidos, ni la capacidad técnica y jurídica para enjuiciar a ex funcionarios de PEMEX y líderes sindicales. Tampoco ayudaron a AMLO en la aclaración de por qué las declaraciones 3 de 3 de sus principales colaboradores se hicieron al cuarto para las doce (31 de enero, último día para presentarlas), desaprovechando 5 meses de transición.
Podrían seguir los ejemplos. Basta señalar, por ahora, que son problemas que le estalla innecesariamente a AMLO. El equipo le queda a deber.
ADMINISTRACIÓN DE LOS PROBLEMAS
Hay una frase de gestión gubernamental que recordó el historiador Lorenzo Meyer: “para el gobierno, los problemas no se resuelven en definitiva; solamente se administran bien o mal”.
La administración de los problemas, para que no estallen, requiere distinguir entre información, comunicación y propaganda. Desde la perspectiva de AMLO, sus conferencias manejan datos y comunican un proyecto de gobierno. Para los medios opositores o críticos, resulta propaganda.
El investigador Javier Tello afirmó que “AMLO comunica, pero no informa”. Curioso enfoque, porque la comunicación presupone dentro de sí un componente informativo. De otro modo: ¿qué mensaje se comunica? Tello plantea la necesidad de datos duros. Desde luego, los periodistas tienen que rastrear los dichos de AMLO, pero no se trata de una cacería por mentiras deliberadas y ocultamiento de datos. Si ocultar datos fuese la estrategia, simplemente no existirían las conferencias del Presidente.
La propaganda es otra cosa: un adoctrinamiento persuasivo, para simpatizar con un proyecto político. ¿A quién adoctrina AMLO en sus conferencias mañaneras? El modelo de pregunta-respuesta, sin filtros, no permite el modelo propagandístico, que sí aparece con los clásicos boletines de prensa. Si el periodista se conforma con el boletín, entonces le queda a deber a sus lectores o escuchas.
La rendición de cuentas está en otras instancias. Lo importante es verificar lo dicho por AMLO y sus adversarios. Investigación es la vacuna doble. Por cierto, la oposición incipiente sigue sin ideas articuladas para enfrentar el modelo de comunicación de la denominada Cuarta Transformación. Vaya, siguen los partidos y grupos contrarios todavía en proceso de recoger los fragmentos de la derrota electoral de hace más de siete meses. (vmsamano@yahoo.com.mx)