*Preparan una consulta para abrir o cerrar expedientes
* Echeverría, Zedillo y Peña: discreción y cura en salud
* Salinas: neoliberalismo ogro, paternidad de la desigualdad
Víctor M. Sámano Labastida
“NO ES NADA personal”, dijo Andrés Manuel López Obrador, pero a los ex presidentes Ernesto Zedillo y Felipe Calderón “se les pasó la mano” al contratarse como asesores de empresas extranjeras ligadas a acciones de gobierno en sus administraciones. Antes había señalado que estamos ante casos de tráfico de influencias. Como presidentes, sin duda que tuvieron acceso a información privilegiada y a decisiones interesadas.
El gobierno de la denominada Cuarta Transformación, con las conferencias mañaneras y preguntas abiertas, ha trastocado reglas no escritas de la comunicación presidencial. Entre ellas, la regla de oro del viejo sistema político: “entre gitanos no se leen las manos.” La impunidad se generaba por un velo de protección a través de la amnesia pública.
Varios expresidentes serán parte de la agenda si, como anunció AMLO, aparecen en la boleta de la consulta nacional prevista para el 21 de marzo: referéndum para decidir si les abren investigaciones judiciales. El Presidente ha dicho que mira hacia la reconstrucción democrática de la República, no hacia la venganza. Sostiene que “abrir investigaciones a expresidentes sería el cuento de nunca acabar y significaría empantanar las acciones de cambio, por el desgaste judicial y social que acarrearía esta decisión”. El debate: ¿la aplicación de la ley se somete a consulta?
Responde AMLO: “no quiero juicios hacia atrás. Que se aplique la ley sin distingos hacia adelante”. Esto ya se notó con el despido de 3 funcionarios de Pemex ligados a la “estafa maestra”, a raíz de un preciso reportaje de Animal Político que dirige Alejandro Moreno (febrero 1). Los tres se habían recolocado en la estructura de gobierno.
Veamos la relación de AMLO con los expresidentes vivos.
BAJO PERFIL, GRAVES ACTOS
ENJUICIADO por genocidio y desaparición forzada de personas, el único sometido a la Ley ha sido Luis Echeverría Álvarez. En 2006, con el 68 en la memoria y por investigación de la Fiscalía especial, un juez le decretó prisión domiciliaria. En 2009 fue absuelto. En 2015, el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI) pidió a la PGR se hiciera público el expediente Echeverría. Juristas discuten si esos delitos prescriben, como estableció la autoridad al cumplirse 40 años del 68 estudiantil, en 2008.
Echeverría va para 97 años de edad. Sigue presente su leyenda negra en la opinión pública. Cuando los periodistas lo interrogaron por asuntos políticos, simplemente dijo: “No coordino ni a mis nietos”. Su bajo perfil se constata por la pérdida de propiedades en la isla de Cozumel, Quintana Roo.
Ernesto Zedillo Ponce de León, es otro expresidente de bajo perfil: trabaja como académico en la Universidad de Yale y asesor de instituciones económicas internacionales. Lo persigue el famoso “error de diciembre” en 1994, primer mes de su sexenio, que provocó una catástrofe financiera. Curiosamente, era el campo de su especialidad y la oferta principal de su antecesor, Carlos Salinas: estabilidad macroeconómica, que saltó por los aires, con pérdidas de 100 mil millones de dólares. Desde ahí el modelo neoliberal estuvo en predicamento, pero las élites políticas no fueron tocadas por la primera transición que el panista Vicente Fox encabezó sin cambios. De ahí viene el mote ‘Prian’, que tanta efectividad comunicativa le reditúa a AMLO.
Otro bajo perfil hasta ahora, más cercano en el tiempo de reproches, lo tiene Enrique Peña Nieto, de quien se habló recientemente por supuesta reunión en España que congregó a Salinas, Fox y él. Más allá de los rumores, hay malestar popular contra Peña por el desaseo visible en Pemex vía “huachicoleo”, el caso Ayotzinapa, inseguridad y violencia galopantes, la Casa Blanca y otros conflictos de interés que se escurrieron en una fiscalía sumisa.
¿La consulta ciudadana de marzo arrojará sorpresas?
OGROS EN LA SALA
CARLOS Salinas de Gortari practica con éxito el sigilo. Habla poco y con sentido estratégico a la opinión pública, pese a su impopularidad. Dijo, iniciado el sexenio de AMLO: “en política, hay que prepararse para lo inesperado”. El Presidente lo atiende también con franqueza de expresión: “Salinas es el padre de la desigualdad moderna en México”. Salinas, como foco de críticas estructurales, es eje del discurso político antisistema de AMLO desde hace 30 años. Una razón poderosa para la eficacia electoral de Morena.
Las privatizaciones comenzaron con Salinas y continuaron en los sexenios de Zedillo, Fox, Calderón y Peña. Con sigilo, estilo Salinas, se perdió soberanía y control en los recursos nacionales: territorio (playas, hoteles, sitios turísticos), energía (petróleo, gasolina, gas, electricidad), comunicación (telefonía), sistema financiero (bancos, bolsa de valores), empresas productivas (franquicias, centros comerciales).
Fox y Calderón, con activismo viajero (envían mensajes por twitter desde el extranjero) y proclividad para las fake news (noticias falsas), merecen mención detallada. AMLO revira en diversas ocasiones a los expresidentes panistas, cuando la situación institucional lo amerita. Fox, grandilocuente, busca pleito. Otras tareas más importantes requieren a AMLO. Sin embargo, no puede ignorarse que los ex presidentes también conspiran. Sus intereses están en juego. (vmsamano@yahoo.com.mx)