ESCALA CRÍTICA

Las designaciones de Adán Augusto: gabinete, expectativas y necesidades

*Los nombramientos: el primer acto formal de gobierno

*Personas que definen propósitos, herramientas, tiempos

*Dos exigencias básicas: capacidad y compromiso con el cambio

Víctor M. Sámano Labastida

COMO cada inicio de ciclo las expectativas son altas. Ocurre al finalizar un año y comenzar otro, sucede por supuesto con los tiempos gubernamentales: los trienios y los sexenios. Esta vez no puede ser diferente, sobre todo porque con el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador se ha propuesto para el país una “Cuarta Transformación”.

En el año 2012 de alguna manera se pensó resuelto la cuestión de la democracia electoral, cuando por primera vez ocurrió en el proceso formal una alternancia en el poder. Parecía que la derrota del Partido Revolucionario Institucional (PRI) resolvería los problemas fundamentales de la mayoría. Pero en realidad se trataba sólo uno de tantos, quizá no el más importante: el político; pero quedó el problema económico que es, sin duda, el núcleo de los rezagos sociales.

Pero al igual que sucedió en el año 2000 cuando Vicente Fox llegó al poder en el gobierno federal, del 2013 al 2018 faltó la construcción de una alternativa derivada de la alternancia. Ahora Tabasco ingresa en la segunda alternancia y el desafío es mayúsculo: Adán Augusto López Hernández tiene el compromiso de impulsar una propuesta distinta. ¿Se podrá con personajes conocidos?, ¿la incorporación de ciudadanos provenientes de la iniciativa privada mejorará la eficiencia?, ¿hay una identidad de proyectos?

LA MIRADA DE LA SOCIEDAD

ES EVIDENTE que el nuevo mandatario tabasqueño, surgido de Morena, considera que sí y que existe un entreveramiento generacional. Los apoyos y las críticas no se han hecho esperar. Nada de qué alarmarse; por el contrario, una supervisión más estrecha de la sociedad es determinante para que un gobierno funcione correctamente.

El gobierno no lo puede todo, ni es deseable que eso ocurra. “Voy a necesitar que me ayuden”, ha dicho AMLO. Construir un nuevo régimen requiere de una sociedad organizada. Romper la inercia del atraso económico –identificado con el neoliberalismo- también exige la movilización del esfuerzo creativo y productivo. Hacer lo mismo con los mismos, o con otros, resultaría lo mismo…y pero ante la creciente complejidad. Hay que hacer lo distinto y mejor.

Ayer, en un brevísimo acto de menos de 15 minutos, fue dada a conocer una lista de 41 colaboradores, en realidad 42 si contamos a quien leyó el comunicado, el subsecretario de gobierno Ángel Mario Balcázar, quien ya ocupó ese cargo, pero también fue Procurador de Justicia, durante el gobierno de Manuel Andrade Díaz.

De la nómina conocida, entre los 42 nombres hay ocho mujeres; cinco a nivel de secretaría del gabinete.

En la selección de los colaboradores, responsabilidad legal púnica del Jefe del Ejecutivo, prevalecen diversos factores: amistad, compromisos partidistas  o compromisos políticos, acuerdos de campaña, lealtad, lazos familiares, capacidades, hechos circunstanciales.

También el titular del mando se ve obligado, a veces de manera legal, otras por consideraciones políticas, a aplicar la paridad de género. Recuerdo que en diciembre de 2012, uno de las dificultades planteadas en la decisión de Arturo Núñez para la integración de su gabinete fue la oferta en campaña de incluir un 50 por ciento de mujeres. Al final no lo consiguió.

LO PLURAL NO QUITA LO EFICAZ

NO PARECE recomendable colocarse este tipo de candados o camisas de fuerza. Recordemos que Manuel Andrade postuló el “relevo generacional”, y los resultados están a la vista.

En la campaña, Adán Augusto asumió una compromiso que a la postre resulta limitativo: que el 99 por ciento de los integrantes de su gabinete serían tabasqueños. Un propósito localista seguramente bien intencionado, pero que me parece tendrá que ser ajustado a la realidad. Cabe recordar que en tan sólo dos décadas, de 1970 a 1990, la población tabasqueña pasó de 750 mil habitantes a un millón 400 mil, lo que nos indicaría que por lo menos un tercio de los habitantes provienen de otras entidades. A la caída  del auge petrolero, Tabasco pasó a ser expulsor de mano de obra, pero esto no modificó en los sustancial su composición demográfica.

Salvador Neme Castillo intentó, allá por los inicios de los años noventa, una política eminentemente localista que chocó con la dinámica cada vez más cosmopolita de la entidad: expulsar del gobierno a los “extraestatales”. Recordemos el lema de su administración “por el orgullo de ser tabasqueños”, que fue una reacción equívoca a la política del sexenio precedente encabezado por Enrique González Pedrero quien se rodeó de expertos sin importar si eran o no tabasqueños.

En realidad, la mayor obligación de los gobernantes es lograr políticas públicas que respondan a las necesidades de la gente y del estado.

Cuando inició el gobierno de Arturo Núñez, un amable lector preguntó si estábamos ante un gabinete de crisis –dadas las denuncias contra la administración de Andrés Granier-, o un gabinete para una situación normal. La respuesta usted la conoce.

Este mismo lector, a un cuestionamiento sobre el gabinete de Andrés Granier me comentó: “la operación es muy sencilla, el resultado del todo es la suma de la materia gris”.

Todo gobierno que comienza debe tener no sólo el beneficio de la oportunidad o de la duda, sino también espacio para la llamada “curva de aprendizaje” –que no puede ser tan prolongada.

AL MARGEN

MÁS SOBRE las funciones o encargos, como diría AMLO:  no es el puesto el que se debe adecuar al encargado sino a la inversa.  Dos características que definirán el futuro: las exigencias del cargo (capacidad) y el compromiso con un proyecto (el de un nuevo régimen). (vmsamano@hotmail.com)