* Memoria histórica y cultural, una herramienta de futuro
* “Las palabras son excelentes vehículos de paz”: Beatriz Gutiérrez
* Taibo II: mexicanidad al Fondo y a fondo; república de libros
Víctor M. Sámano Labastida
LA POLÍTICA es parte de la cultura, porque no hay política que trascienda sin cultura, me comentaba el ex gobernador Enrique González Pedrero y considero que tiene razón. Quienes ven la acción política como algo coyuntural, en el inmediatismo, están condenados al fracaso histórico; sólo quien construye con perspectiva de futuro puede trascender. Los ejemplos en la humanidad son numerosos. Si las personas no tienen memoria, las comunidades existen por la memoria.
Ayer se realizó la segunda consulta promovida por el equipo del gobierno entrante. Estamos también ante un proceso cultural tensionado por la política.
Vamos a la cultura. “Soy un fragmento de mí, conservado en un museo abandonado”. A veces encontramos lo nuestro en lugares insospechados, como en esta idea de Fernando Pessoa, escritor portugués (1888-1935) y una literatura en sí mismo. La memoria histórica y cultural no reconoce fronteras. Las fronteras dirimen asuntos legales, no del espíritu. Sobre ese impulso, que viene del arte extraterritorial, comparto con el lector apuntes sobre hechos culturales que tendrán repercusión política. La Cuarta Transformación pasa por la cultura y el cambio de dinámica en las instituciones rectoras.
PROTOCOLO PRESIDENCIAL ARCHIVADO
LA HISTORIADORA y periodista Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de AMLO, con firmeza se negó a ostentar el título de Primera Dama. Rechazo comprensible, por lo que toca a oropeles del poder y aromas de impunidad que se desprenden de dicho título. No es, vista la trayectoria académica de Beatriz, pose de falsa humildad ni cachetada con guante blanco a esposas de expresidentes. En el organigrama del gobierno federal, a la esposa del presidente le corresponde el cargo honorario del DIF, Desarrollo Integral de la Familia. No quisieron, ni Beatriz ni AMLO, sujetarse al organigrama y protocolo de la familia presidencial. Soplan aires de cambio en la República, incluso en detalles de forma que atacan –con sutileza- cuestiones de fondo.
Con ese antecedente, no fue sorpresa que el lunes 19 de noviembre se presentara la Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México; encabezará precisamente la historiadora Beatriz Gutiérrez, “que algunas veces me atiende en casa”, bromeó López Obrador. No habrá remuneración, como corresponde a un cargo honorario, aunque Beatriz precisó que en su tiempo libre seguirá con labores académicas personales. El evento contó con personalidades de la cultura afines a Morena, como la escritora Elena Poniatowska y el caricaturista Rafael Barajas, El Fisgón, que acompañarán esas tareas. El antiguo Palacio de Lecumberri, de gruesa memoria judicial y Archivo General de la Nación, fue recinto de esta definición cultural. El edificio, otrora cárcel multitudinaria, representa por sí mismo un símbolo de graves olvidos culturales de otros gobiernos.
VEHÍCULOS DE PAZ Y CINCELES DE LA HISTORIA
En su discurso inaugural, Gutiérrez Müller mostró lo que será el tono de su trabajo: “Las palabras son excelentes vehículos de paz. (…) He dedicado buena parte de mi vida a buscar a los olvidados de la historia, o a quienes desde la literatura hicieron enormes contribuciones y trataron de comprender el alma humana, expresarla y sanarla”.
Con justicia poética, vislumbró exclusiones: “A la hora de las honras y los laureles, ni están todos los que son, ni son todos los que están”. Por esta razón, hay que evitar “el basurero de la inadvertencia”, porque “un país amnésico está enfermo”. La memoria es “un hongo gigante que todo lo ve”.
Luego llegó la explicación general: “Ninguna nación se explica a sí mismo en el presente, sino a través del espejo del pasado. (…) Una nación desmemoriada tiene problemas de salud”. En este sentido, se espera mucho de la recuperación histórica de movimientos culturales y figuras señeras del pasado mexicano, sobre quienes la historia oficial colocó un velo de silencio. Las energías culturales no tienen membresía política. Por eso afirmó la historiadora: “A partir del uno de diciembre ya no tendremos partido ni colores: trabajaremos por la tierra de nosotros”. Y dejó una advertencia de procedimiento: “Los tesoros de México no se venden ni se trafican”.
DESDE EL FONDO, PERO NO AL FONDO
CON MENOS reflectores mediáticos, Paco Ignacio Taibo II fue candidateado para la dirección del Fondo de Cultura Económica, editorial del gobierno. El historiador, novelista y excelente divulgador cultural -con la brigada civil “Para leer en libertad”- topó con un obstáculo legal: el director del FCE debe ser mexicano por nacimiento. Esto resulta anticonstitucional, pues viola garantías individuales sobre derechos de todo ciudadano mexicano, por nacimiento o por adopción. Procede un mecanismo legal en el senado para reparar el error, fruto de un nacionalismo mal entendido.
Entrevistado por Carmen Aristegui, Taibo II -con la energía de siempre- fijó los parámetros de su futura labor con 3 principios: 1) “No cerramos librerías”; 2) “No despedimos trabajadores”; 3) “No destruimos libros”.
Taibo II llegó a los 8 años de edad a México. Ha sido por 60 años habitante de estas tierras y lleva 40 nacionalizado; más de 2 mil conferencias, en dos ocasiones premio nacional de historia y literatura, galardonado en el extranjero en 13 ocasiones (historia y novela policial). Freno legal, sin sustento cultural.
La cultura resulta agenda de largo plazo en el horizonte político; debe pasar de patito feo a cuestión estratégica. También ahí, hay que remontar a las mafias.
(vmsamano@yahoo.com.mx)