Los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), dados a conocer la semana pasada, provocaron diversas reacciones, tanto a nivel nacional como local. Y es que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México retrocedió en su evaluación 14 puntos menos respecto a la evaluación de 2018 en matemáticas, nueve puntos menos en ciencias y 5 puntos menos en comprensión de lectura, con lo que quedó en el lugar 51 de los 81 países que se evalúan con esa prueba.
La información se ha prestado a tan diversas interpretaciones como intereses políticos hay en el país, no podía ser de otro modo, y menos en un momento en el que el país atraviesa un periodo de precampañas de candidatos únicos, tanto a la presidencia de la República como a los gobiernos de nueve entidades.
Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que no tomarán en cuenta estos resultados, pues consideró que los parámetros se crearon en la época del neoliberalismo, con la finalidad de "desaparecer la educación pública"; en contraste, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) consideró que los resultados son preocupantes. Y en Tabasco, la secretaria de Educación, Egla Cornelio Landero, recordó que la prueba no es una evaluación local ni nacional, sino de la OCDE, y señaló que cada persona interesada puede revisar los resultados de la prueba PISA y valorarlos, si bien, no tienen detalle a nivel estatal.
Cabe recordar que en México las evaluaciones oficiales se realizan en las pruebas del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA), de las que la última medición en nivel primaria son de 2018, en nivel secundaria se hicieron en 2019 y en nivel medio superior, en 2022. En esos documentos, que son públicos, sí se puede analizar el resultado de Tabasco respecto del resto de las entidades federativas y el promedio nacional.
Al menos en la PLANEA de 2022, Tabasco aumentó de 73.3 a 79.4 el porcentaje de alumnos en nivel preparatoria con un dominio insuficiente de la materia en matemáticas; también en español el porcentaje de estudiantes con un nivel insuficiente en lectura y comunicación aumentó de 49.4 en 2017 a 55.7 en la evaluación del año pasado.
Así, tanto los resultados de la prueba PISA como la PLANEA más reciente muestran que a nivel nacional se repite una tendencia casi global, en la que se confirman serios retrocesos en materia educativa a consecuencia de la pandemia de coronavirus. Previsible, tomando en cuenta estudios como el que se presentó en la revista Biological Psychiatry Global Open Science, con base en análisis de datos longitudinales, que encontró afectaciones en la edad psicobiológica de jóvenes en San Francisco, Estados Unidos, derivadas de la pandemia.
De manera innegable, la pandemia a la que sobrevivimos implicó cambios en la forma de estudiar y convivir de niños y jóvenes en todo el mundo, quienes en general mostraron más síntomas de depresión y ansiedad. Los resultados observados no sorprende a los maestros, quienes son la primera línea de atención en este desafío social.
Habrá que tener la madurez de reconocer que hay un impacto en materia educativa, que es necesario trabajar para mejorar y que en esa labor son indispensables los padres de familia. Resulta poco provechoso enfrascarse en discusiones que se limitan a criticar o alabar partidos políticos, pues lo necesario es procurar que la reforma educativa, incluyendo los nuevos materiales en los libros de texto, rindan los mejores frutos posibles. Habrá que entender que la educación no se limita a la escuela, que los primero los padres y después los propios estudiantes conforme vayan madurando, tienen que asumir que hace falta poner dedicación extra. No para competir, no sólo por destacar. Sino porque es nuestra obligación formar a las nuevas generaciones para que estén a la altura de los desafíos que presentan los tiempos actuales y el futuro más próximo. La crisis climática, el cambio social y tecnológico que empezamos a vivir nos exigen renovar los esfuerzos por el bien de las próximas generaciones.